PROTESTAS EN CUBA
Detención de Camila Acosta: «Ya encontré a mi hija, pero me mintieron. Está en la estación 10 de octubre»
Orlando Acosta relata a ABC la angustiosa búsqueda de la periodista, corresponsal de ABC en La Habana, en los diferentes centros donde han sido trasladados los detenidos durante la ola de protestas
¿Qué está pasando en Cuba?
«Ya encontré a mi hija Camila», dice al otro lado del teléfono, con un ligero tono de alivio, Orlando Acosta . Son las 10 de la noche en Cuba (cuatro de la madrugada en España), y el padre de la periodista, que fue detenida el lunes tras cubrir las protestas para ABC y el medio independiente Cubanet, se ha pasado todo el día de una lado a otro de La Habana buscándola. «Está en la estación policial 10 de octubre», afirma Orlando, al que unas horas antes le habían dicho que su hija estaba en otro centro de detención, la temida y cuestionada 100 y Aldabó , donde supuestamente la habían trasladado desde la estación policial de Infanta y Manglar.
Así se lo habían notificados los agentes de dicho centro cuando intentó, por segundo día consecutivo ver a Camila y hacerle llegar algunos objetos personales -útiles de aseo y ropa-. «Me mintieron», denuncia Orlando, que tras trasladarse a la nueva dirección, a dos horas de distancia de la anterior, tuvo que esperar varias horas más hasta que le dijeron algo del verdadero paradero de su hija. «Había grandes listados de detenciones, y no había ordenadores. Aquello no parecía un escenario del siglo XXI sino de la Segunda Guerra Mundial. Había muchas mesas, muchas listas en las que los nombres estaban mal puestos. Si me lo hubieran dicho, no me lo hubiera creído. Por lo menos ahora sé dónde está», declara a ABC, algo más tranquilo después de días de angustia. Recuerda que al principio de llegar al centro preguntó y preguntó por el nombre de su hija, y este no aparecía. «El caos era tan grande. Parecía que estaban jugando conmigo». La orden que tenían, según le confesaron después, «era la de decir que ella no estaba allí». De no dar ninguna información sobre la periodista.
La situación surrealista y desesperada llevaron a Orlando a enfrentarse a los agentes y decirles que si no le decían dónde se encontraba su hija «denunciaría que estaba desaparecida» . Tras lanzar este ultimátum, enfiló la salida y comenzó su regreso en coche. «Entonces me mandaron varios patrulleros para interceptarnos. Me llevaron al centro y me dijeron que podían decirme donde estaba Camila», relata. La periodista independiente cubana había sido trasladada a la estación policial 10 de octubre, uno de los centros -junto con la estación Capri, el centro Vivac y 100 y Aldabó, cuartel general de la Dirección Técnica de la Policía Nacional- donde han sido trasladados decenas de detenidos esta semana.
Orlando de nuevo volvió a montar en el coche y enfiló hacia este nuevo destino, «donde ya me estaban esperando, como si me conocieran ». Y donde, asegura, le trataron mejor. «Me permitieron dejar los objetos que llevaba para mi hija, aunque me faltaba algunos, como unas chanclas», se lamenta.
Sin llamada hasta el lunes
Sin embargo, no pudo verla. La familia no ha tenido ninguna comunicación con la periodisa desde su arresto. Camila Acosta no podrá realizar su primera llamada telefónica hasta el próximo lunes, según indicaron este miércoles a su padre. «Le dejarán hablar cinco minutos, y si atiende (se porta bien), diez». Ese día se cumplirán siete días del arresto y de la investigación, en la que ha sido acusada de los cargos de «desacato» y «desorden público» por grabar las manifestaciones que se produjeron en La Habana el pasado domingo, día en el que se desencadenó una ola de movilizaciones en toda la isla para protestar por la situación económica y la crisis sanitaria provocada por el Covid-19, que atraviesa su peor momento. «Los cubanos están reclamando sus libertades», defiende el padre de Camila, que tampoco tiene constancia de que su hija haya tenido acceso a un abogado.
Su propia tragedia personal le hace estremecer a Orlando al pensar lo que están sufriendo otras familias. «He visto escenas muy feas (en el centro 100 y Aldabó). Soy cubano y pienso en cuántos padres tendrán ahí a sus hijos. No me gustó lo que vi», concede.
El de ayer fue un día duro para Orlando. Tampoco este miércoles pudo recoger sus cosas ni las de su hija del apartamento donde ella vivía alquilada y del que acaba de ser deshauciada, una vez más, por orden de la Seguridad del Estado. Él, que estaba de visita pues reside en EE.UU. (Camila no puede salir de Cuba porque está 'regulada'), ha tenido que buscar refugio en casa de un amigo, «un buen cubano». Este viernes tenía pensado regresar a casa (el lunes, cuando fue detenida, Camila acompañaba a su padre a hacerse una prueba PCR), pero no lo hará mientras su hija esté arrestada. Una situación que podría prolongarse dependiendo de si va a juicio y la condenan por los delitos de los que se le acusa (la pena oscila entre los 3 y los 6 años). «Yo no me voy, aunque eso suponga que pierda mi residencia en EE.UU.», dice de manera tajante.
Dejamos a Orlando que descanse, mañana volverá a la estación policial 10 de octubre para llevarle más cosas a su hija, entre ellas, sus chanclas.
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