Daesh recurre al secuestro colectivo como arma de guerra en Siria

Los yihadistas aseguran en un comunicado que han asesinado a cuatro drusos y retienen a 20 por ser miembros de milicias leales al Gobierno

MIKEL AYESTARAN

La confusión rodea al secuestro de cientos de trabajadores de una planta cementera en Dmeir, al este de Damasco. Tras informar el jueves del asalto a la fábrica de Al Badya por parte del grupo yihadista Estado Islámico (EI) y la captura de 300 operarios , los medios oficiales sirios, citando fuentes militares, denunciaron 175 ejecuciones . La agencia Amaq, medio que usan los yihadistas para reivindicar sus operaciones, sin embargo, informó de la puesta en libertad de todos los cautivos, excepto 4 empleados drusos (minoría religiosa que habita al sur del país) que fueron decapitados y 20 trabajadores que permanecen retenidos bajo la acusación de formar parte de milicias leales al Gobierno. La noticia de la puesta en libertad «tras recibir tratamiento médico» llegó acompañada de una fotografía en la que se veía varios hombres caminando por un camino de tierra.

Los yihadistas recurren a este tipo de secuestros colectivos en el momento más bajo que vive la provincia siria del califato desde su instauración en el verano de 2014. El golpe en los alrededores de Damasco se produce después de que, en menos de un mes, los seguidores del califa Ibrahim hayan perdido Palmira , Al Qaryatayn y Al Rai, punto clave para el suministro en la frontera con Turquía. La tregua pactada entre régimen y oposición en Ginebra el 27 de febrero ha permitido a las fuerzas sirias, Rusia, a la coalición que lidera EEUU y a las facciones rebeldes y kurdas centrarse en la lucha contra el Frente Al Nusra, brazo de Al Qaida en Siria, y sobre todo el Daesh, y se han logrado importantes avances contra los dos grupos calificados de terroristas por la ONU.

Secuestro como arma de guerra

No es la primera vez que el secuestro se emplea como arma de guerra en Siria, pero hasta ahora los secuestros colectivos habían tenido como objetivo principal las minorías. A finales de 2013 el Frente Al Nusra secuestró a las 13 monjas que dirigían el orfanato del convento de santa Tecla, en la aldea cristiana de Malula. Las religiosas estuvieron cuatro meses en manos de los rebeldes hasta su liberación el 10 de marzo a cambio de 150 presas que estaban en las cárceles del Gobierno.

En febrero de 2015 el valle del río Jabur se quedó desierto tras la ofensiva de Daesh que secuestró al menos a 220 personas. Las 35 aldeas cristianas de este valle situado al noreste de Siria, en la provincia de Hasake, se convirtieron entonces en la línea del frente entre las milicias kurdas y cristianas y el Daesh y los yihadistas no dudaron en recurrir a la secuestro para presionar al enemigo, pero con el paso de las semanas fueron liberando a los rehenes.

La limpieza étnica y sectaria es uno de los pilares de un califato donde solo hay lugar para aquellos que juran fidelidad a Abu Baker Al Bagdadi . Cristianos, como chiíes y el resto de confesiones minoritarias presentes en las zonas bajo control de Daesh sufren una persecución sistemática por parte de un grupo que impone una interpretación muy severa del islam, en la misma línea de la impuesta por los talibanes en Afganistán hasta la invasión de Estados Unidos en el 2001.

Los empleados y propietarios de Cementos Al Badia fueron secuestrados cerca de la localidad de Dumeir. Trabajadores de esta empresa en el exterior aseguran haber perdido todo contacto con ellos, según ha informado el ministro de Industria.

Esta semana se han retomado los enfrentamientos armados en los alrededores de Dumeir y el aeropuerto militar, a 50 kilómetros al noreste de la capital , en la última ofensiva de Daesh en las zonas controladas por Assad de la capital siria.

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