Pedro Rodríguez - De lejos
«Crème bavaroise»
Baviera pone la guinda a la desintegración por toda Europa de la cultura política del bipartidismo
El control político ejercido en Baviera, casi sin interrupción desde los años sesenta , por la democracia cristina del CSU ha llegado hasta su final anticipado pero no por ello menos traumático . Un desenlace con temblores que recuerdan a los del postre de gelatina, crema inglesa y nata montada que lleva el nombre de la próspera región alemana en primera línea de la crisis de refugiados de 2015.
Lo que en su tiempo fue un movimiento a favor del medioambiente –Los Verdes– se ha convertido en la segunda fuerza política de Baviera. Mientras que los conservadores más tradicionales se han fraccionado y la socialdemocracia se convierte en un partido cada vez más minoritario , la ultraderecha de Alternativa por Alemania ha conseguido más de un 10 % de respaldo popular y por primera vez representación en el Parlamento bávaro.
Estas vibraciones empalagosas confirman la erosión continuada de la frágil coalición que sustenta al gobierno de Merkel , con enormes dudas sobre las posibilidades de que la canciller agote su cuarto mandato. Ya se sabe que cuando Múnich estornuda, Berlín puede sufrir neumonía. Además, Bavaria ha puesto la guinda en la tendencia hacia la desintegración por toda Europa de la cultura política del bipartidismo.
El confirmado repudio al bipartidismo resulta especialmente preocupante en Alemania porque es fruto de su dolorosa historia . Para no caer en los mismo errores extremistas y parálisis institucional que abrieron las puertas al nazismo, la política en la República Federal de Alemania estuvo centrada en torno a dos grandes partidos aglutinadores. Formaciones conocidas como Volksparteien, «partidos del pueblo» según la terminología acuñada por el politólogo Dolf Sternberger.
Estas formaciones de amplio espectro estaban orientadas a sumar y evitar la terrible fragmentación sufrida durante la República de Weimar . En ese gran esfuerzo vertebrador, los cristianodemócratas sirvieron como banderín de enganche para católicos, protestantes, liberales y conservadores destinados a formar un gran bloque de centro-derecha. Mientras que los socialdemócratas, abandonaron el marxismo de sus orígenes para aglutinar al centro-izquierda.
Ahora, todas esas meritorias nociones han terminado por convertirse en una temblorosa «crème bavaroise» .
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