Crece la violencia en Burundi
Un ataque coordinado este viernes contra varios centros militares de la capital deja numerosas víctimas, mientras la comunidad internacional alerta de la espiral que sufre el país
Un ataque coordinado este viernes contra diversos cuarteles de la capital de Burundi, Buyumbura, se ha cobrado «numerosas víctimas», según reconocieron fuentes militares. La acción armada, de la que se desconoce el número real de fallecidos ante la cerrazón que sufre el país desde el pasado mes de abril, tuvo lugar a primera hora de la mañana.
El asesor presidencial Willy Nyamitwe aseguró en las redes sociales que a «los Sindumuja (como se conoce de forma peyorativa a los grupos contrarios al Gobierno) trataron de atacar bases militares, pero fracasaron» , mientras añadía que la situación ya era de «calma total». Medios locales elevan el número de fallecidos a ocho, entre los que se encuentran cinco presuntos asaltantes y tres miembros de las fuerzas armadas.
A comienzos de noviembre, el jefe de asuntos políticos de las Naciones Unidas, Jeffrey Feltman, advertía que «Burundi se encuentra en una profunda crisis política y una rápida escalada de violencia que tiene graves consecuencias para la estabilidad y la armonía étnica».
En las últimas semanas al menos 260 personas han sido asesinadas y 210.000 han abandonado el país (en un Estado de poco más de 10 millones de habitantes). El actual conflicto se remonta a abril, tras la decisión del presidente Nkurunziza de presentarse a un nuevo mandato, a pesar de haber cumplido ya dos los periodos de cinco años que marcaba la Constitución. Un golpe en la mesa que amenaza la estabilidad regional después de doce años de guerra civil.
«El país parece estar al borde de una violencia que podría derivar en crímenes atroces» , advierte el asesor especial de la ONU para la prevención del genocidio, Adama Dieng, quien pide actuar «antes de que sea demasiado tarde».
Precisamente, el conflicto se agilizaba en noviembre, después de que, Révérien Ndikuriyo, presidente del Senado burundés, exigió a los jefes de distrito identificar «casa por casa» a aquellos «elementos que no estuvieran en orden». Como señala la organización International Crisis Group, el lenguaje es «escalofriantemente similar» al utilizado en Ruanda en la década de los 90 antes del genocidio.
Entonces, el presidente de Ruanda, Paul Kagame, vertía sonoras críticas a la ola de violencia encabezada por el Ejecutivo. «La gente está siendo asesinados todos los días, los cuerpos se encuentran en las calles. Los líderes están gastando tiempo matando a la gente», aseguraba.
«Ciertos actos de delincuencia»
Mientras, el Gobierno de Buyumbura niega la mayor. En una reciente comparecencia ante el Consejo de Seguridad, el ministro de Asuntos Exteriores burundés, Alain Nyamitwe, aseguraba que el país «no está en llamas», sino que «hay ciertos actos de delincuencia que tratan de atraer la atención de la comunidad internacional y se les ha frenado».
Recientemente, Amnistía Internacional documentaba las testimonios de víctimas de tortura y otros malos tratos a manos de las fuerzas de seguridad de Burundi desde el pasado mes de abril . En un informe, la organización denunciaba cómo las fuerzas de seguridad burundesas utilizaron técnicas como palizas con barras de hierro y el uso de ácido para producir quemaduras con el fin de obtener «confesiones» y silenciar a la disidencia.