Crece la polémica por la presencia de Putin en la boda de la ministra austriaca de Exteriores

«No admitimos las críticas, el presidente sencillamente aceptó gustoso una invitación privada», es la respuesta que repite desde el sábado el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov. La boda de la ministra de Exteriores de Austria, a la que asistió como invitado Vladimir Putin, ha levantado una agria polémica en la que la oposición señala en Viena la inconveniencia de la invitación, en un momento en que Austria ocupa la presidencia por turno de la UE y en el que Rusia sigue sometida a sanciones europeas en una situación de grave tensión diplomática a causa de la ocupación de Crimea y del conflicto de Ucrania.

Solo unas horas antes de reunirse con la canciller Merkel en un encuentro mucho menos amistoso, Putin acudió a la boda, en la que pronunció un largo brindis en su fluido alemán , idioma que domina desde fue destinado como agente de la KGB a Dresde, y en la que se presentó cargado de regalos, entre ellos un cuadro con una escena del campo ruso, un antiguo utensilio para extraer aceite y un samovar (tetera tradicional rusa), además de la actuación de un coro de cosacos que viajaba en el avión presidencial.

El Gobierno austríaco fue uno de los pocos que no cedió a las presiones de Washington y Londres para expulsar de su territorio a diplomáticos rusos en represalia por la supuesta implicación del Kremlin en el envenenamiento en el Reino Unido del exespía ruso Serguéi Skripal y su hija Yulia . Las atenciones de Putin hacia la ministra Kneissl y su marido superaron visiblemente las dedicadas unas horas más tarde a la canciller alemana Angela Merkel, lo que en términos diplomáticos supone un desplante en toda regla.