El coste en ayuda financiera de la «guerra contra las drogas» de Duterte
Un estudio en Filipinas muestra que el 78% de los encuestados temen su muerte o la de algún conocido en ejecuciones extrajudiciales
Organizaciones humanitarias han recordado a los donantes extranjeros a Filipinas la necesidad de dejar claro al presidente Rodrigo Duterte que su «guerra contra las drogas» tendrá un coste en términos de suspensiones de ayuda financiera.
El recordatorio se produce días después de que Estados Unidos anunciara el aplazamiento de un paquete de ayuda económica al país asiático y mientras un estudio en Filipinas muestra que el 78% de los encuestados temen su muerte o la de algún conocido en ejecuciones extrajudiciales.
El sondeo, realizado a comienzos de mes por Social Weather Stations (SWS) sobre 1.500 mayores de edad de Balance Luzon, Manila, Visayas y Mindanao, refleja que la mayor parte de los filipinos optan por mantener a los sospechosos con vida.
El miércoles pasado, la Millennium Challenge Corporation , agencia bilateral establecida por el Congreso estadounidense en 2004, reconocía haber pospuesto la votación para renovar un programa de ayudas en el país asiático, finalizado en mayo y de un presupuesto de 434 millones de dólares.
La Embajada de los EE.UU. en Filipinas aseguró entonces que la decisión reflejaba «preocupaciones significativas sobre el Estado de Derecho y las libertades civiles en Filipinas» , explicó una portavoz, Molly Koscina. Esa misma semana, el ministro Exteriores de Filipinas anunciaba que el Gobierno había cancelado la visita oficial de Agnes Callamard, relatora especial de la ONU sobre las ejecuciones extrajudiciales, al «no cumplir con las condiciones de nuestro presidente».
Desde su investidura el pasado 30 de junio, Duterte ha protagonizado numerosos desencuentros con Washington. El más sonoro de ellos tenía lugar durante la jornada previa a la cumbre en Laos de la Asean, una asociación de diez de las principales potencias del Sudeste Asiático. Entonces Rodrigo Duterte calificó a su homólogo estadounidense, Barack Obama, quien también acudía al encuentro, de «hijo de puta» (sic).
El pasado octubre, Duterte volvía a tensar la cuerda de las relaciones durante las maniobras militares conjuntas entre Filipinas y EE.UU., realizadas anualmente y que tienen su origen en el Tratado de Defensa Mutua de 1951. «El primero en golpear ha sido el Departamento de Estado, así que puedes irte al infierno, (Barack) Obama», aseguró Duterte en referencia a las críticas recibidas por su polémica guerra contra el narcotráfico . De igual modo, añadió que la Unión Europea se puede ir al purgatorio. «El infierno está lleno», justificó.
En noviembre, Duterte volvía a descargar sus iras contra Gobierno de Estados Unidos, tras anunciar la suspensión de la venta prevista de 26.000 fusiles de asalto para su país. Entonces, el Departamento de Estado norteamericano confirmaba la marcha atrás en la operación, tras el rechazo público del senador Ben Cardin a la misma. Cardin es el principal miembro del partido demócrata en la comisión de relaciones exteriores del Senado.
«Fíjense en estos monos, las 26.000 armas que queremos comprar no nos las quieren vender» , aseguró Duterte, quien sugirió su disposición a adquirir los fusiles de China o Rusia.
Meses antes, el mandatario exhibía su intención de visitar estos países con el objetivo de abrir nuevas alianzas comerciales. De forma paralela, el mandatario aseguró entonces que su relación con Estados Unidos se encontraba cercana a un punto «de no retorno».