Pyongyang amenaza a EE.UU. con sumergirlo en «un mar de fuego»
Un editorial del diario oficial norcoreano responde así a las sanciones económicas impuestas en la víspera por Naciones Unidas. China y Rusia llaman al diálogo y piden a Corea que cumpla con la decisión
Tras imponerle la ONU nuevas sanciones por sus dos últimos misiles intercontinentales , Corea del Norte vuelve a rebelarse contra la presión de la comunidad internacional. Justo un día después de que los quince miembros del Consejo de Seguridad decidieran vetar sus importaciones de carbón, hierro, plomo y mariscos, valoradas en mil millones de dólares (ochocientos cincuenta millones de euros), el régimen estalinista del joven dictador Kim Jong-un respondió ayer con más amenazas.
«El día que Estados Unidos se atreva a provocar a nuestra nación con armas nucleares o sanciones, su territorio será sumergido en un inimaginable mar de fuego », advirtió un editorial del diario oficial norcoreano «Rodong Sinmun».
A su juicio, «el empeño de la banda del presidente Donald Trump por continuar con este atolladero solo tendrá como consecuencia motivar más a nuestro Ejército, y dar más razones a la República Popular Democrática de Corea, para poseer armas nucleares». Una vez más, Pyongyang justificó la necesidad de su programa atómico para impedir un posible cambio de régimen orquestado por Washington . «La capacidad de emprender una potente guerra disuasoria es una elección estratégica de defensa para nuestro pueblo, que ya atravesó un conflicto bélico horrendo», argumentó el periódico.
Frente a estas quejas, Estados Unidos y sus aliados asiáticos, Japón y Corea del Sur, han conseguido impulsar las sanciones ganándose el apoyo de China y Rusia, únicos valedores que le quedan al régimen de Kim Jong-un. Además de lanzar un mensaje de unidad, aumentan la presión sobre Corea del Norte para que cumpla las resoluciones de la ONU y detenga su carrera nuclear.
Así se lo pidió ayer el ministro de Exteriores chino, Wang Yi, a su homólogo norcoreano, Ri Yong-ho, aprovechando su asistencia a la cumbre en Manila de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN). Aunque Wang Yi defendió que las sanciones eran necesarias, reconoció que no eran «el objetivo en sí mismo» y volvió a apelar a Pyongyang para reabrir el diálogo.
No es momento de hablar
Pero Estados Unidos y Japón insisten en que no es momento de hablar, sino de ejercer más presión sobre Kim Jong-un, que ha desarrollado su programa de misiles más deprisa de lo que se pensaba pese a las sanciones. Para blindarse en el poder y no acabar como Gadafi en Libia, el joven dictador aspira a dotarse de un misil capaz de golpear a Estados Unidos con una bomba nuclear.
Para ello, Corea del Norte lleva ya cinco pruebas atómicas y numerosos ensayos de sus proyectiles. Aunque los expertos dudan de que Pyongyang sea capaz de miniaturizar una cabeza nuclear, sospechan que podría hacerlo en cinco o diez años.
Una amenaza que aterra a la Casa Blanca, donde vuelve a sonar con fuerza la posibilidad de un ataque preventivo contra Corea del Norte, como admitió el fin de semana el general McMaster, consejero de Seguridad del presidente Trump. Tal y como reconoció, «si tienen armas nucleares que pueden amenazar a Estados Unidos, es intolerable para el presidente y tenemos que barajar todas las opciones, incluida la militar», aseguró el influyente militar.
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