Colombia prolonga la cuarentena hasta finales de abril

La sana decisión de Duque fue aplaudida por muchos, en especial porque si bien en las tablas de la curva de Colombia aparece menos pronunciada, hay al menos dos semanas de retraso en las pruebas que verifican el real número de positivos

El presidente de Colombia, Iván Duque EFE

Poly Martínez

El debate estuvo fuerte: reactivar la economía o desactivar el Covid-19. Finalmente, el presidente de Colombia, Iván Duque, se la jugó por la vida y anoche informó a los colombianos que la cuarentena obligatoria en todo el país se extiende hasta las 00:00 horas del 27 de abril , ampliando en otros 13 días en confinamiento para completar prácticamente un mes que, en el caso de Bogotá , la capital del país y del coronavirus con 780 casos, alcanzará casi el mes y medio.

La sana decisión de Duque fue aplaudida por muchos, en especial porque si bien en las tablas de crecimiento exponencial la curva de Colombia aparece mucho menos pronunciada , la verdad es que hay al menos dos semanas de retraso en las pruebas que verifican el real número de positivos. Además, no es un muestreo masivo, lo que deja un punto ciego sobre la realidad de la pandemia en el país. A la fecha, los análisis arrojan una población infectada de 1580 personas en toda Colombia y 46 fallecidas. Las autoridades sanitarias esperan para finales de mayo el pico de contagio y un tiempo cada vez más complicado para el sistema de salud.

Por eso es mejor tenernos a todos encerrados, porque el llamado « aislamiento preventivo obligatorio » ha servido no solo para reducir la velocidad del contagio, sino para ganar tiempo y preparar la infraestructura clínica del país para el momento agudo. Los adultos mayores de 70 y toda la población infantil, juvenil y universitaria quedan confinados en sus casas hasta el 31 de mayo.

Pero lo que se ha ganado en vidas, se ha perdido en salud financiera. La situación en Colombia cada día se hace más compleja, como sucede en muchos otros países del mundo donde la informalidad laboral es muy alta , la pandemia tiene quieto al sector productivo y los empleados por cuenta propia están encerrados. Los economistas, que en la radio hablan tanto como los médicos epidemiólogos, barajan teorías sobre las consecuencias si no se reactiva la economía, mientras los médicos advierten sobre lo que pueda pasar si la reactivan: la encrucijada está a la orden del día.

Numerología

Las cifras son contundentes: el 48% de la fuerza laboral colombiana vive de la informalidad, en el rebusque cotidiano, que en estos días se ha reducido a prácticamente nada o los ha llevado a saltarse todas las restricciones pues dicen preferir morir de covid-19 que de hambre. Solo 20% son empleados con contratos a término indefinido y el resto de la población sobrevive en temporales, por cuenta propia y con fragilidades que no les permiten sostenerse por tres o cuatro meses sin producir. El gobierno nacional y los locales, el sector privado, solidario, la gente del común ha aportado recursos y mercados para atender a los más necesitados, pero siempre es insuficiente.

La economía informal genera 3.5 billones de pesos anuales (unos 760 millones de euros) y no hay gobierno que lo pueda compensar, cruda realidad que presionará una pronta apertura. Las empresas no están en capacidad de mantener su nómina indefinidamente y esto hará más presión si se extiende la cuarentena dos o tres meses. De buenas intenciones no come nadie, ni los subsidios del gobierno son eternos.

Lo que dejará la pandemia es una capacidad de consumo deteriorada, poca movilidad, canales de logística empresarial atascados en un país de geografía intrincada y el comercio exterior casi inexistente por el resto del año. Así, para el segundo trimestre de 2020 y a lo largo del año cabe esperar una fuerte contractura económica, del rango entre 0,4% a 1% para Colombia, país que el año pasado creció 3,3%. Prácticamente toda la producción está quieta. Sin embargo, hay una campaña de «compra colombiano» para ayudar a los industriales y a productores del agro que tienen cosechas y productos que se les dificulta sacar, que en las ciudades se requieren y con más gusto sin los costos de los intermediarios. De ahí algo bueno puede surgir.

Especulaciones

Después del 27, ¿qué? Entra el juego de especulaciones: no habrá puertas abiertas. Será una apertura gradual, paso a paso, dice el gobierno. Se requiere una reactivación cuidadosa y a la vez flexible, según el área, recomiendan los economistas. Construcción e infraestructura rural, tan necesitadas, son dos renglones que algunos expertos dicen que se podría poner en marcha cuanto antes, dejando de lado la dicotomía de estos tiempos: que la economía sobreviva y el sistema sanitario no colapse y muera.

Según la última previsión, 3,9 millones de colombianos se contagiarán, de un total de 45 millones. Pero 500 mil tendrán síntomas muy fuertes y necesitarán hospitalización y de ellos, 187 mil llegarían a las UCI del país, que no cuenta con suficientes respiradores ni espacios adecuados para atención de ese nivel, especialmente en las zonas más apartadas de las capitales regionales.

«Nuestro reto es seguir salvando vidas», dijo anoche el presidente Duque. Pero no es el único: solucionar la iliquidez es la urgencia de hoy para la economía nacional. Los salvavidas financieros del gobierno son una segunda opción para el aparato productivo, pero la banca privada y sus costos, además de los procesos para acceder a los recursos van a un ritmo menor del que imprime el coronavirus a la realidad. Y queda la opción más drástica, en especial para la mediana y pequeña empresa, los despidos masivos. Esa es la espiral de la economía que empezamos ya a transitar.

El impacto del covid-19 también se refleja en las calles de una manera inesperada: familias y ciudadanos venezolanos, especialmente los jóvenes, retoman su camino a casa pues ya no tiene cómo producir en Colombia, donde en los últimos tres años han vivido del subsidio gubernamental, muchos del rebusque y otros con trabajos de temporales como meseros, camareros, obreros, en salones de belleza o en labores domésticas.

Se calcula que unos 1600 ya han retornado, a pesar de que el régimen de Maduro trata de rotularlos como delincuencia o miembros de grupos armados ilegales que exporta Colombia, ante el reto que le supone tenerlos de regreso. Ayer decretó el toque de queda y controles a la entrada de las dos principales ciudades de frontera, San Cristóbal y Ureña. Será cuestión de meses para que intenten ingresar de nuevo a Colombia.

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