Cita urgente de la UE este viernes para tratar de Turquía, Líbano y Bielorrusia
Las tres crisis abiertas afectan a la Unión por su proximidad física y la alarma de Grecia
La situación en el vecindario europeo más próximo se deteriora a marchas aceleradas, lo que ha aconsejado al Alto Representante para la Política Exterior, Josep Borrell , convocar un consejo extraordinario de ministros de Asuntos Exteriores para este viernes. La lista de los problemas es bastante relevante como para justificarlo: la crisis político-social en Líbano y las protestas en Bielorrusia contra el dictador Alexander Lukasehnko. Sin embargo, el aspecto más importante que figura en esa relación de problemas ha sido el comienzo por parte de Turquía de lo s trabajos de prospección de yacimientos de gas en aguas que Grecia reclama como suyas. Este es sin duda el aspecto que tiene más capacidad de desestabilizar la situación en el Mediterráneo oriental.
La crisis entre Grecia y Turquía ha alcanzado un grado de tensión indudable, hasta el punto de que el primer ministro Kyriakos Mitsotakis había pedido una reunión urgente y extraordinaria del Consejo Europeo. Sin embargo, una medida de esa naturaleza en pleno mes de agosto y después del maratón de cuatro días de reuniones en que resultó la última cumbre, podría ser muy complejo de organizar y sería interpretado como un gesto que podría atizar la tensión en Ankara. Incluso Mitsotakis, en una intervención televisiva el martes había dicho que estaba dispuesto a utilizar el camino del diálogo para resolver esta crisis, siempre que Turquía fuera razonable.
El buque turco de exploración Oruc Reis ha estado rozando los límites de la zona de interés económico exclusivo de Grecia escoltado por cinco buques de guerra de su país, a los que a su vez vigilan otras tantas unidades de la Armada de Grecia. Mitsotakis advirtió que por encima de la prudencia de rigor, «no se puede excluir un accidente» que en este caso podría tener consecuencias imprevisibles.
La medida de convocar este consejo de ministros exteriores, como especifica Borrell en su mensaje de Twitter, «para estudiar la situación en el Mediterráneo Oriental, las elecciones presidenciales en Bielorrusia y los acontecimientos en el Líbano», es un mensaje prudente que atiende las reclamaciones griegas de obtener un gesto de solidaridad de los demás países europeos rápido y claro, pero deja todavía cierto espacio para un grado más elevado de respuesta, en caso de que Turquía no escuche el mensaje.
En estos momentos, las relaciones de Turquía con varios miembros de la UE son más que tirantes. Especialmente con Francia, que ve con mucha preocupación la política de Ankara en Libia, donde ha enviado un significativo contingente militar en apoyo del gobierno de Tripoli y se ha convertido en auténtico árbitro de la situación. Pero las actividades turcas en el Mediterráneo Oriental inquietan también a Chipre, por razones aún más intensas que las que preocupan a Grecia. Y por otro lado, la mayoría de los países miembros prefiere no irritar al máximo dirigente turco, Recep Tayip Erdogán, que tiene en sus manos la posibilidad de dejar abiertas las fronteras para que miles de refugiados intenten llegar a territorio europeo.
La crisis en Libano está directamente relacionada con la situación en Turquía, porque nada sería peor para todos que un agravamiento de la situación. El caso de Bielorrusia preocupa especialmente a los países limítrofes como los bálticos y Polonia, porque una desestablización grave en esa dictadura tendría consecuencias directas para ellos.
En otras circunstancias es probable que el Alto representante no hubiera juzgado necesario convocar una reunión extraordinaria de ministros por un fraude electoral que de todos modos no es la primera vez que se produce. Todo forma parte del sutil lenguaje para hacer llegar el mensaje adecuado a Grecia, que merece el apoyo de sus aliados en la UE y, por supuesto, al régimen turco.
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