China subirá este año sus gastos militares un 7,1 por ciento

En plena tensión por la guerra de Ucrania, el régimen celebra la reunión anual de su Parlamento orgánico, donde el primer ministro Li Keqiang fija un crecimiento económico «en torno al 5,5 por ciento»

Li Keqiang, en su discurso ante la Asamblea AFP

Pablo M. Díez y Jaime Santirso

En medio de la guerra de Ucrania, este sábado ha arrancado en Pekín la Asamblea Nacional Popular, reunión anual del Parlamento orgánico de China. Si no fuera por el Congreso del Partido Comunista que se celebrará en otoño, en el que está previsto que el presidente Xi Jinping se perpetúe en el poder , sería la cita política más importante del año en China, ya que el régimen marca sus principales objetivos económicos y sociales.

Ante los casi 3.000 diputados congregados en el Gran Palacio del Pueblo, el primer ministro, Li Keqiang, ha fijado una previsión de crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB) «en torno al 5,5 por ciento». El gigante asiático rebaja así la meta del año pasado, fijada «por encima del 6 por ciento». Aunque la economía china acabó repuntando un 8,1 por ciento. Aunque la economía china subió el año pasado un 8,1 por ciento, la ralentización a la mitad durante el segundo semestre y el impacto de las drásticas medidas contra los brotes del coronavirus invitan a ser más cautos en esta ocasión.

Tal y como leyó Li Keqiang en su informe del Gobierno, China se enfrenta a un clima externo «volátil, grave e incierto» por la triple presión de la «contracción de la demanda, la disrupción de las cadenas de suministro y el debilitamiento de las expectativas». Como suele se habitual en sus planes económicos, la meta es crear once millones de empleos urbanos anuales, manteniendo una tasa de paro oficial «dentro del 5,5 por ciento» –en la actualidad marca un 5,1 por ciento, aunque alcanza el 14,3 para los menores de 25 años–, una inflación del 0,9 por ciento y un índice de precios al consumo «alrededor del 3 por ciento».

Debido a la tensión internacional desatada por la invasión rusa de Ucrania, otro de los datos más esperados de este año era el de los gastos militares, que subirán un 7,1 por ciento hasta los 1,45 billones de yuanes (210.000 millones de euros). Se trata de un incremento tres décimas superior al del año pasado y cinco con respecto a 2020, cuando experimentaron su menor subida desde 1989 mermados por el impacto del coronavirus.

Desde 2016, China mantiene un aumento de un solo dígito del presupuesto militar, lejos de las subidas de hasta el 18 por ciento registradas hace más de una década. Entre 2010 y 2019, su crecimiento medio fue del 9,1 por ciento y, oficialmente, la partida en Defensa representa solo un 1,77 por ciento del PIB , por debajo de Estados Unidos (3,74 por ciento), Rusia y la media global. Pero numerosos expertos sospechan que los gastos militares de China son hasta un 40 o 50 por ciento mayores porque estas cifras no incluyen programas clave como el tecnológico o el espacial.

En su alocución, el primer ministro llamó al Ejército Popular de Liberación a «profundizar en la preparación integral para el combate», ordenándole «llevar a cabo su lucha militar de forma resolutiva y flexible» para defender la soberanía territorial y la seguridad nacional. China se pone así en alerta en un clima internacional cada más tenso por la guerra contra Ucrania lanzada por Rusia, que Pekín no ha condenado e incluso elude llamar «invasión» porque la propaganda define a Putin como uno de los «mejores amigos» del presidente Xi Jinping.

En este escenario cada vez más revuelto y con una Rusia aislada por las sanciones de Occidente, Pekín tiene abiertos numerosos frentes con sus vecinos, que van desde la reclamación de Taiwán hasta las disputas territoriales con Japón, la India y en el mar del Sur de China. A la espera de que Pekín aclare su ambigüedad diplomática sobre la guerra de Ucrania, hay quien teme que incluso copie el ejemplo de Putin para conquistar la isla de Taiwán. Pero parece poco probable a la vista de la unánime condena internacional contra Rusia y el aislamiento que persigue asfixiar su economía. «Avanzaremos en el crecimiento pacífico de las relaciones a ambos lados del estrecho de Taiwán y la reunificación de China», ha apuntado el primer ministro.

Estabilidad ante todo

La estabilidad representa, precisamente, la cuestión prioritaria en este año entrante a ojos de la cúpula del Gobierno. El documento elaborado por el Politburó –que comprende a los 25 miembros más destacados del aparato– de cara a la asamblea legislativa hacía hincapié en ello, sintetizando el objetivo principal como «progresar asegurando la estabilidad (...), poniéndola en primer lugar». Esta decisión responde, por encima de todo, al momento crítico que atraviesa la política interna. En octubre tendrá lugar el XX Congreso del Partido Comunista, celebrado cada cinco años, en el que Xi Jinping comenzará un histórico tercer mandato destinado a consagrarle como el líder chino más poderoso desde Mao Zedong.

La pandemia supone otro factor importante en estos cálculos. China mantiene vigente su política de tolerancia cero contra el virus, estrategia que ha minimizado los casos pero implica un aislamiento total con al resto del mundo. El primer ministro no ha dado pistas respecto a un posible cambio de modelo , cuando sus fronteras cumplen ya dos años cerradas. «Mejoraremos la red de control y prevención, haremos mayores esfuerzos para formar al personal sanitario y mejorar nuestra capacidad de monitoreo y alerta temprana», ha señalado Li.

Tras doblegar varios focos de Delta y Ómicron, el último se sitúa estos días en Hong Kong. Este ya deja más de 60.000 contagios en la ciudad, hasta la fecha una de las que mejor habían gestionado la pandemia a nivel global. En esta ocasión, sin embargo, el virulento rebrote ha llevado el sistema sanitario al colapso tras escapar al control del Gobierno, que ahora prepara un testo masivo de la población acompañado quizá de un confinamiento domiciliario. Las autoridades del continente han brindado su asistencia en este empeño. Ante este escenario, los delegados representantes de Hong Kong, entre ellos la jefa del Ejecutivo local, no han podido asistir presencialmente estos días a la asamblea en Pekín, en la que han participado de manera telemática.

Las restricciones derivadas de la lucha contra el virus han supuesto un duro golpe a la actividad de las pequeñas y medianas empresas chinas, que emplean a más de un 80 por ciento de los trabajadores en núcleos urbanos. Por este motivo, Li Keqiang ha anunciado en su discurso de hoy que la Administración reducirá los costes operativos y estimulará los préstamos bancarios. Según sus estimaciones, los recortes de impuestos alcanzarán este año un total de 2,5 billones de yuanes (360.000 millones de euros).

En su intervención, el primer ministro también mencionó otras cuestiones, como la lucha contra el cambio climático y la lucha contra la trata de mujeres y niños. Una larga lista de políticas que los delegados «discutirán» en los próximos días, con el objetivo de afianzar la estabilidad, la máxima prioridad política para el Partido Comunista en un tiempo de peligrosa volatilidad.

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