China, entre Rusia y EE.UU.: el vértice más agudo del triángulo
El gigante asiático ha logrado impulsar su desarrollo gracias su movimiento pendular entre ambas potencias
El triángulo Washington-Moscú-Pekín ha trazado el rumbo de la geopolítica global desde la segunda mitad del siglo XX. Pero si hay una hipotenusa entre los catetos esa ha sido, sin duda, China. La potencia emergente ha logrado abrirse paso entre los dos países enfrentados en el contexto de la Guerra Fría, alternando su proximidad de un vértice a otro en función de sus intereses estratégicos.
El Partido Comunista que hoy dirige el gigante asiático nació hace un siglo en Shanghái como organización clandestina. Dio sus primeros pasos como satélite de Moscú , desde donde se dictaban las directrices políticas. Durante la guerra civil contra las huestes nacionalistas de Chiang Kai-shek, el decidido apoyo de Stalin frente a las dudas del estadounidense Truman contribuyó al triunfo comunista pese a la inferioridad de sus fuerzas .
En octubre de 1949, un victorioso Mao Zedong proclamó la fundación de la República Popular y acto seguido puso rumbo a la capital rusa para solicitar ayuda económica. Stalin le hizo esperar durante semanas antes de concederle audiencia, algo que este se tomó como una humillación personal. Aún así, la Unión Soviética (URSS) acudió en auxilio de una depauperada China con capital, infraestructura y conocimiento; una de las mayores transferencias de riqueza entre estados de la historia.
La relación entre los aliados, sin embargo, pronto se agrió. Mao acusaba a la URSS de suavizar sus pretensiones revolucionarias, en particular tras la muerte de Stalin y la crisis de los misiles en Cuba. El dictador chino llegó a devolver la afrenta personal durante una visita oficial en 1958: al saber que Kruschev no sabía nadar, optó por celebrar el encuentro en una piscina. China y la actual Rusia tuvieron su mayor –y último– enfrentamiento armado en la isla de Zhenbao en 1969, y la guerra abierta estuvo muy cerca de estallar. La r uptura sino-soviética supuso un factor clave en el debilitamiento del bloque hasta su desaparición en 1991.
Segunda economía mudial
Pese a que China representaba el extremo más radical de la entente comunista, EE.UU. aprovechó el contexto para arrinconar a la URSS. El movimiento quedó oficializado con la visita de Nixon a Pekín en 1972 que restableció los vínculos diplomáticos entre ambos países. La estrategia estadounidense preveía que la involucración del gigante asiático en el tejido económico y la comunidad internacional conduciría de manera necesaria a su liberalización política . Este dogma constituyó un elemento fundamental para el vertiginoso desarrollo chino de las últimas décadas hasta convertirse en la segunda economía mundial . Para cuando su falibilidad quedó demostrada ya era demasiado tarde.
La necesidad de un nuevo planteamiento no fraguó en consenso bipartidista en EE.UU. hasta que, tras el «pivote hacia Asia» de Obama, Trump llevó la relación con China al terreno de la confrontación explícita. La dinámica de esta nueva Guerra Fría, de nuevo, ha acercado las posiciones de China y Rusia, en esta ocasión con el gigante asiático como parte más poderosa. Aunque se haya volteado, sigue siendo un triángulo.
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