Chalecos amarillos
Infierno en las calles de París: comercios, bancos y coches pagan la ira de los «casseurs»
La mañana discurrió tranquila, situación que cambió por la tarde con la violencia de los radicales
Al menos 71 heridos y alrededor de 1.000 detenidos es el balance provisional que ha dejado la manifestación de los chalecos amarillos de este sábado en París. A pesar de que la protesta ha transcurrido de manera tranquila por la mañana, los « casseurs » o radicales han desatado su violencia desde primera hora de la tarde , cuando han quemado coches, como en la rue Euler, próxima a los Campos Elíseos, o destrozado sucursales bancarias y cajeros, y construido varias barricadas.
En el bulevar Haussmann y la avenida de Friedland, cercanas al Arco del Triunfo, las huellas de los disturbios saltaban a la vista: pintadas de todo tipo -« El planeta arde, ¿cuándo el Elíseo? ", «Macron dimisión», «Macron en prisión», «CRS [antidisturbios] traidores», «No necesitamos ya a la República»- y tiendas destrozadas, con los cristales reventados, se sucedían una tras otra. El silencio imperaba en las calles, prácticamente vacías.
Los chalecos amarillos, que hoy no han podido llegar a la plaza del Arco del Triunfo, tomada por furgones policiales y blindados para evitar que el monumento volviera a sufrir desperfectos, se han congregado en la plaza de la República , en el noreste de París. Allí han atacado varios comercios -«lo han roto todo», han explicado unas jóvenes a ABC- y hecho pintadas en la estatua que la preside, donde también han colgado esta pancarta: «Todo arde ya». Muy cerca, en rue Turbigo, los radicales detenidos eran vigilados por la Policía , que los ha situado junto a una pared, con las manos atadas. Uno de ellos ha logrado salir corriendo, lo que ha provocado que varios agentes y patrullas le siguieran a toda velocidad.
Sobre las diez de la noche, la situación se había estabilizado en los Campos Elíseos, otro de núcleos de las protestas, pero los disturbios causados por los radicales han sido terribles: en la tienda de Orange, la compañía telefónica, las vitrinas han saltado en mil pedazos. Los postes con los que algunos establecimientos se protegieron ayer han sido retirados, y tirados al suelo. Antes, a eso de las seis de la tarde, los manifestantes seguían congregados allí. El olor del gas lacrimógeno se percibía en cuanto se entraba a la avenida a la altura del restaurante «Fouquet's». En las calles aledañas, los chalecos amarillos jugaban al ratón y al gato con los antidisturbios, corriendo súbitamente cuando había un conato de carga.
París tenía hoy un aspecto extraño, triste. En rue de Rivoli, una de las más transitadas de la ciudad, y víctima de los disturbios de la semana pasada, m uchos comercios estaban cerrados , con sus escaparates cubiertos por tablones de madera, y apenas había luz. En un supermercado próximo al Museo del Louvre , el encargado de seguridad ha explicado a ABC que, hace una semana, la ira de los manifestantes se ensañó particularmente con la zona, donde destrozaron locales de todo tipo y restaurantes. Hasta la plaza de Châtelet, resultaba casi imposible encontrar algo de bullicio o tiendas abiertas, pero, incluso allí, grupos de antidisturbios irrumpían en la calle. Cerca, en el bulevar Sébastopol, las furgonetas de la Policía se dirigían a toda velocidad a la plaza de la República.
Operativo policial eficiente
Sin embargo, el impresionante operativo policial desplegado hoy en París ha evitado que la situación se descontrolase tanto como el sábado pasado, cuando los radicales camparon a sus anchas por buena parte de la ciudad.
Como informó el primer ministro, Édouard Philippe , la semana pasada, al menos 8.000 policías se han encargado de contener la furia de los manifestantes, que en París han sido unos 10.000. El operativo, a pesar de los incidentes en las zonas aledañas a los Campos Elíseos o en la plaza de la República, ha sido un éxito . A ello ha contribuido que desde primera hora de la mañana se hayan llevado a cabo detenciones de los chalecos amarillos más violentos , y también los controles minuciosos que las fuerzas del orden han realizado. Hoy, en la zona occidental de París, resultaba imposible avanzar sin toparse con agentes encargados de registrar las mochilas de los transeúntes.
El resultado de las protestas ha dado al traste con el ambiente tranquilo que tenía esta mañana la manifestación. En los alrededores del Arco del Triunfo, los chalecos amarillos se congregaban, y aunque se percibía cierta tensión, muchos celebraban la ausencia de actos violentos . Varios miembros de la movilización han explicado a este periódico qué les empuja a las calles, haciendo hincapié en los bajos salarios, los altos impuestos y el desprecio con el que se sienten tratados por parte del presidente Macron.
En la avenida Víctor Hugo, Camel , un chaleco amarillo de 48 años, ha hecho un pronóstico sombrío: «Hay una crisis social. Si Macron no tiene en consideración las reivindicaciones del pueblo, todo esto va a terminar en una crisis política. Si no hace nada, hay un riesgo de contagio a otros países de Europa, como España, Italia o Grecia . Si hay golpes o heridos esta noche, él será el primer responsable».
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