El chalaneo entre Macron y los sindicatos puede alargar la crisis
Ambas partes intentan acercar posturas en la reforma de pensiones mientras crece la tensión en la calle
La crisis de la reforma del sistema nacional de pensiones ha entrado en el pantanoso terreno de los chalaneos entre el Gobierno de Emmanuel Macron y los sindicatos, con ligeras mejoras en el funcionamiento de los transportes públicos y el riesgo de una prolongación indefinida de la prueba de fuerza, en vísperas de Navidad.
Édouard Philippe , primer ministro, celebró ayer una ronda de negociaciones maratonianas con la patronal y una docena larga de sindicatos, intentando avanzar peones convincentes para una parte de los sindicatos.
Saliendo tímidamente de su mutismo jupiterino, Macron hizo saber que su Gobierno «no abandonará el proyecto, pero es evidente que puede mejorarse a través de las discusiones con los sindicatos del transporte público… esa es la lógica que debe imponerse a lo largo de esta semana». Traducido al lenguaje coloquial, Macron parece decir: «Mi jefe de Gobierno está negociando con los sindicatos algunas concesiones para acabar con la crisis».
Signos estimulantes
Pero, ¿qué piensan los sindicatos de las negociaciones con Philippe? La Confédération française des travailleurs chrétiens (CFTC, católicos progresistas, con cierta implantación entre los cuadros y funcionarios) estima que el primer ministro hizo ayer «algunos gestos». Por su parte, Laurent Escure , secretario general de la UNSA (Union nationale des syndicats autonomes, independiente, bien implantado en los transportes públicos), declaró tras su entrevista con Philippe que había «creído comprender que una negociación es posible». Se trata de signos estimulantes, pero nada definitivos.
Frente a ellos, la Confédération générale du travail (CGT, históricamente ligada al PCF) continúa «intratable», pidiendo la retirada pura y simple del proyecto de reforma.
Tampoco la Confédération française démocratique du travail (CFDT, históricamente ligada a las familias socialistas) piensa ceder en la primera ronda negociadora. Laurent Berger , secretario general de la Confederación que acepta el principio de la sustitución de los 42 sistemas de pensiones por un nuevo sistema único y universal, tras su discusión con el jefe de Gobierno declaró que estaban «muy lejos de un acuerdo». Dicho de otro modo: la CFDT continúa esperando «gestos importantes», antes de enterrar su hacha de guerra.
Mejoras en el transporte
El chalaneo iniciado ayer tuvo repercusión inmediata. La Société nationale des chemins de fer français (SNCF, equivalente a la RENFE francesa) y la Régie autonome des transports parisiens (RATP, el Ente público que gestiona el metro y los transportes públicos en la región parisina) anuncian mejoras en el funcionamiento de los transportes públicos en toda Francia. Oficialmente, se esperan más trenes, metros y autobuses -sin llegar a la normalidad- desde hoy y hasta el domingo.
Si bien el chalaneo iniciado permite esperar mejoras en la crisis, nadie sabe cuánto pueden durar unas negociaciones de una complejidad excepcional. La supresión de 42 regímenes de pensiones afecta a varios millones de funcionarios, con estatutos muy diferentes. Macron ha propuesto un calendario muy prolongado : poco menos de una década. Pero los sindicatos de funcionarios y el sector público desean mantener la presión hasta ver claro un futuro forzosamente complejo.
Entre los sindicatos, la CGT es partidaria de prolongar la prueba de fuerza durante las Navidades. Mientras que otros, como UNSA, parecen dispuestos a negociar un acuerdo. La CFDT duda entre la prueba de fuerza dura y el chalaneo, que puede terminar «difuminando» la crisis.
Macron, su Gobierno y todos los sindicatos se enfrentan al mismo problema… ¿Cómo reaccionará la opinión pública ante la prueba de fuerza en curso? En París se están sucediendo escenas de tensión entre sindicalistas y usuarios en algunas estaciones de ferrocarril. En las emisiones de radio y tv comienzan a producirse choques dialécticos entre partidarios y los que rechazan la huelga, protagonizada por funcionarios y sindicalistas del sector público, los grandes beneficiarios del sistema de pensiones que desea reformar Macron. Si la crisis tuviese que perdurar, la percepción pública pudiera ser determinante, a favor o en contra de Macron o los sindicatos.
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