El caso de Sophie Pétronin convertida en María musulmana divide a Francia
Tras cuatro años de secuestro, la exrehén confesó en público su conversión al islam
El caso de Sophie Pétronin (75 años), la cooperante humanitaria liberada la noche del jueves al viernes, en Malí, tras cuatro años de secuestro , víctima de una banda yihadista, divide profundamente a Francia por su conversión al islam y su análisis del yihadismo.
Para unos, puede tratarse de una «cómplice». Para otros, es una víctima. Para varios psiquiatras militares pudiera tratarse de una víctima del síndrome de Estocolmo, «una reacción psicológica en la que la víctima de un secuestro o retención en contra de su voluntad desarrolla una relación de complicidad y un fuerte vínculo afectivo1 con su captor».
Vestida y cubierta con un velo blanco islámico , Sophie Pétronin se presentó ante las cámaras de radio y tv francesas, con esta declaración: «Soy musulmana. Voy a rezar e implorar la bendición de Alá. Vosotros me llamáis Sophie. Pero tenéis ante vosotros a María. Maryam».
Francia lleva sufriendo la inmensa tragedia de los secuestros terroristas, en Oriente Medio y África, desde hace varias décadas. Por vez primera, una francesa secuestrada regresaba a su patria de nacimiento confesando en público su conversión al islam.
Los medios comenzaron por reaccionar entre la consternación, la incredulidad y el silencio. Le Figaro comenzó a sepultar la confesión en una riada de informaciones de otra naturaleza. Le Point y Le Monde se apresuraron a publicar el vídeo con la confesión, que cadenas de radio y tv utilizaron reiteradamente, sin insistir siempre en el detalle crucial: una francesa nacida en Burdeos, hace 75 años, ha decidido sustituir su nombre de pila, Sophie, por el Maryam, María, la única mujer citada en el Corán , como madre de Jesús, versión musulmana.
La timidez relativa de los medios públicos y privados contrastó muy pronto con el griterío de las redes sociales, donde Francia se dividió en dos bandos poco conciliables: para unos (centristas, conservadores y ultraconservadores), la liberación de Sophie había terminado con algo poco menos que una «traición trágica». La exrehén había facilitado la liberación un número impreciso de yihadistas. Para otros, la operación era relativamente normal: pagar rescates y liberar a yihadistas o presuntos yihadistas forma parte de ese comercio.
Un retiro espiritual
El caso se agravó, cuando Sophie / María hizo esta declaración a Radio Francia Internacional (RFI) y la Agencia France Press (AFP): «Transformé mi detención en retiro espiritual. Ustedes hablan de yihadistas. Pueden decir lo que quieran. Yo veo a esos grupos como grupos de oposición armada al régimen».
Era un gesto de comprensión hacia el yihadismo sencillamente inaudito para los franceses que recuerdan a los soldados asesinados en Malí por esos «grupos de oposición armada». Calificar de ese modo al Grupo de apoyo al Islam y los musulmanes (GAILM), que los servicios de seguridad francesas consideran ligado a Al Qaida, cayó como una bomba fétida, apestosa. En las redes sociales comenzaron a proliferar comentarios tratando a Sophie / María de complice de las bandas yihadistas. Por su parte, varios medios próximos a la extrema izquierda del Nuevo Partido anticapitalista, su parte, denuncian «una nueva ola de islamofobia».
Siguiendo la tradición de los presidentes de Francia, desde hace varias décadas, Emmanuel Macron recibió a Sophie / María con honores nacionales. La polémica muy agria desatada por la conversión al islam de una francesa secuestrada durante cuatro años solo trae consigo nubes tóxicas de alcance imprevisible.
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