Cascos Blancos, los héroes de Siria nominados para los Oscar y vetados por Trump

Un convoy de ayuda humanitaria, formado por cuatro vehículos de bomberos y tres contenedores de material sanitario, herramientas de rescate, ropa y alimentos, ha salido desde Madrid rumbo a Siria

Los voluntarios de la defensa civil de Siria, conocidos como los Cascos Blancos, rescatan a un niño de los escombros tras un atentado con bomba en el barrio Bab al-Nairab de la ciudad de Alepo, en el norte de Siria, el 24 de noviembre de 2016 AFP
F.J. Calero

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Vestido con una camiseta del Barça de hace años, se cubre con una chaqueta antes de salir a la calle. Casi listo para empezar su jornada, espera a que su hija vaya a darle un abrazo y su casco de color blanco. Su oficina es la calle. Es Siria. Este joven padre de familia se despide de su pequeña y, tras cerrar la puerta, mira al cielo de Alepo: es un tic interiorizado tras años de guerra y de bombardeos.

Esta escena forma parte del documental de Netflix , recientemente nominado para los Oscar, sobre los conocidos como The White Helmets (Cascos Blancos) , los voluntarios de la organización de la Defensa Civil Siria (SCD, por sus siglas en inglés) que suelen ser los primeros en aparecer tras un bombardeo o un ataque contra civiles en ese país. Antes de este reconocimiento, ya obtuvieron el Nobel Alternativo y hace unos meses fueron propuestos para el Nobel de la Paz que finalmente ganó el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos. Sin embargo, como recogen varios medios norteamericanos , la orden ejecutiva general del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump , sobre los refugiados y ciudadanos sirios, que les impide viajar a Estados Unidos, afectará a los voluntarios de Cascos Blancos representados en el documental nominado al premio de la Academia norteamericana. «Siempre hemos dicho que, si fuéramos nominados, llevaríamos a Raed Saleh, el líder de los Cascos Blancos, y Khaled Khateeb, fotógrafo de la SCD, que arriesgó su vida una y otra vez», ha afirmado la productora del filme Joanna Natasegara.

«¿ Cómo te sentirías si sacaras de los escombros a tu propio hijo ? Esa es nuestra sensación. Es un gran orgullo rescatar a otros sirios y ofrecerles una vida», dice a ABC Ahmed Youssef, un casco blanco que junto a otros voluntarios de la organización y un doctor de la asociación Sham el Jeir visitaron Madrid la pasada semana para concienciar sobre la tragedia que vive la población Siria. De 38 años, con dos niñas y antes profesor de matemáticas en una escuela de Damasco, ahora Youssef vive en la periferia de Alepo. «Uno de los peores momentos que podemos vivir es cuando viene un padre a preguntarnos dónde está su familia y no poderle dar una respuesta Precisamente por la situación en la que está nuestro pueblo nos sentimos culpables cuando recibimos un premio al que nos empujan quienes simpatizan con nosotros», agrega.

El director general de Protección Ciudadana y el director general de Servicios Sociales e Integración Social participan en la salida del convoy con material de emergencia y ayuda humanitaria que la Comunidad de Madrid ha donado con destino a los Cascos Blancos de Siria EFE

«Madrid con Siria»

Es sábado por la tarde en el Auditorio del Centro Cultural Conde Duque, en Madrid. La campaña «Madrid con Siria» celebra un concierto que mezcla tonos orientales -danza sufí incluida- con canciones versionadas de «The Beatles», entre otras. Aforo completo: 300 personas. En torno a las ocho y media de la tarde, los presentes viven entre el silencio expectante y la emoción contenida las duras imágenes de un vídeo en el que un casco blanco llora al rescatar de los escombros a un bebé, al que sostiene de camino al hospital. Tras los aplausos por las palabras de los organizadores e invitados, la presentadora del evento anima a los cascos blancos sentados en primera fila a subir al escenario a saludar al público madrileño. Uno de ellos se levanta de su asiento, pero no sube. Toma la palabra. Abdelrahman al Mawwa, uno de los activistas, se excusa por no querer subir al escenario por respeto a uno de sus compañeros que acababa de morir en Siria mientras sonaba la música. Según sus cifras, en tres años cerca de 160 compañeros han muerto mientras trabajaban en las labores de rescate.

El convoy de la campaña «Madrid con Siria» partió el pasado sábado rumbo a ese país con cuatro camiones de bomberos y tres contenedores con material humanitario donados por la Comunidad, Ayuntamiento y Bomberos Unidos Sin Fronteras para los Cascos Blancos, a través de la AAPS. Viajaron hacia Valencia donde embarcaron rumbo a Turquía, desde donde se dirigen a Siria.

En 2013 un grupo de voluntarios con su propia equipación se unieron para sacar entre los destrozos a niños, mujeres y hombres, víctimas de los ataques aéreos principalmente. Tanto Al Mawwa como Youssef recuerdan traumatizados la matanza con armas químicas en Guta el 21 de agosto de 2013, en la que murieron 1.400 personas y otras 3.000 heridas resultaron heridas , en lo que fue el ataque químico más mortífero en 25 años. «Más de mil personas murieron en cuestión de horas, la mayoría mujeres y niños. Todas las calles estaban repletas de cadáveres», afirma Youssef. «Lo más horrible como cirujano acostumbrado a traumas horribles son las armas químicas. Inspiración de la muerte y de una estética fúnebre: ver a cincuenta niños que parecen vivos como si estuvieran plácidamente dormidos», lamentó el cirujano maxilofacial Amjad Fareku, de la organización humanitaria siria Sham al Jair.

A juicio de los activistas, pese a la entrada y confirmación de Naciones Unidas sobre la masacre, no se han visto castigos aún para el régimen de Bashar al Assad. «Y sin las inyecciones de Atropina no podíamos hacer nada. Cientos de personas podrían haber seguido con vida», expresa el cirujano. Como en el resto de la guerra, la autoría del ataque divide a la comunidad internacional: los partidarios de Assad y sus aliados, Rusia o Irán, apoyan la tesis de que fueron los rebeldes armados, en cambio, la oposición siria no tiene ninguna duda en señalar a las fuerzas de Damasco. Al buscar en Google España sobre el ataque, además de la Wikipedia, la mayoría de las entradas más destacadas corresponden a medios prorrusos o filomarxistas que acusan a la insurgencia de estar detrás la tragedia.

Esta guerra se libra también en las informaciones sobre quiénes son en realidad los cascos blancos: los merecedores de un Nobel de la Paz por su heroísmo, o bien, estos activistas son una herramienta útil de la propaganda de los rebeldes armados por Occidente y que en poco se diferencian de Al Qaida. Russia Today , medio afín al Kremlin, ha publicado artículos como «El lado oscuro de los Cascos Blancos: 5 cosas que deberías saber de los defensores civiles sirios». Estos son sus cinco argumentos que pondrían en tela de juicio la nobleza y falta de neutralidad de este colectivo: «No son la verdadera Defensa Civil en Siria; escenifican con maestría vídeos de rescates; fueron grabados durante ejecuciones de Al Qaida, fundados por un ex oficial militar británico, sospechoso de formar parte de inteligencia y reciben donaciones millonarias de USAID (Agencia de EE.UU. para el Desarrollo Internacional) y de gobiernos europeos».

«Somos neutrales en nuestro trabajo»

«Nosotros hemos salvado a soldados pertenecientes al régimen, también a miembros de milicias sectarias afines y hemos sofocado el fuego en territorio controlado por del Gobierno de Assad, quien nos impide el paso en esas áreas. Es verdad que nosotros principalmente trabajamos en zonas fuera del control del régimen pero nuestra esperanza es trabajar algún día en toda Siria», explica Youssef, que incide en que su prioridad son las zonas contrarias al régimen porque reciben bombardeos, origen de los desplazamientos forzosos. «En las otras zonas hay casi vida normal», apostilla.

Fareku denunció en una conferencia de Casa Árabe la inactividad de la comunidad internacional ante las atrocidades en Siria. « Yo no puedo ser imparcial », subraya. Para Youssef, los Cascos Blancos son neutrales rescatando vidas humanas, sin preguntarles su ideología, color político o religión. «Pero no somos neutrales con el régimen», concluye. La Defensa Civil Siria ha registrado «numerosos crímenes del régimen sirio», también ha documentado en fotos y vídeos el uso de todo tipo de armas: bombas de racimo, barriles bomba o proyectiles. El cirujano sirio acusa al presidente de Siria, Bashar al Assad, de « apoyar al Daesh en Siria y en Irak ».

Ante las críticas recibidas, los voluntarios defienden que los Cascos Blancos actúan «bajo el derecho humanitario, protocolo 62 del convenio de Ginebra y evitando los pronunciamientos políticos».

Apadrinados por James Le Mesurier, un exmilitar británico hoy experto en seguridad, los Cascos Blancos trabajan también en territorios controlados por grupos terroristas y reciben financiación, además de donaciones individuales y de colectivos, de los gobiernos de EE.UU., Gran Bretaña, Francia, Alemania, Holanda y Japón, además de contar con el apoyo de Turquía, especialmente para el entrenamiento de sus 3.200 miembros . Con los fondos recaudados compran sus equipos: sus famosos cascos blancos que cuestan cerca de 150 dólares cada uno.

«No tenemos miedo de que nos clasifiquen como terroristas porque trabajamos en el marco del convenio de Ginebra. ¿Es lógico preguntarle a alguien que ha sufrido un bombardeo cuál es su religión o a que facción pertenece antes de salvarle la vida?».

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