Carretillas elevadoras, reparto de leche, selfies... Bienvenidos al show de Boris
Johnson ha hecho de todo durante la campaña. Ayer, a la hora de votar, se ganó la foto del día al acudir con su perro, Dilyn
Las cuatro razones por las que Boris Johnson ha ganado las elecciones de Reino Unido
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En el primer debate electoral entre Corbyn y Johnson , que siguieron 6,7 millones de británicos, sucedió algo singular. En un momento dado, el primer ministro y candidato conservador, Boris Johnson, proclamó que «la verdad importa». De manera espontánea, todo el público del plató prorrumpió en una sonora carcajada.
Johnson –bautizado católico, más tarde miembro de la Iglesia de Inglaterra y ahora «con una relación con el cristianismo que va y viene», según confiesa– arrastra en su país una apuntalada fama de mentiroso. Como joven periodista, «The Times» lo despidió por inventarse citas . Más tarde su partido lo sancionó por engañar al público sobre su relación adúltera con una periodista que trabajaba con él. Sin embargo va a ganar estas elecciones, ¿por qué? En parte porque es uno de esos personajes más largos que la vida, un político diferente, el único al que el público llama solo por su nombre de pila y que es capaz de salirse del carril de la corrección, la previsibilidad (y el aburrimiento). Johnson sabe que sus ocurrencias a lo Falstaff lo favorecen en un país donde encanta el puntillo excéntrico, por eso convirtió su campaña electoral en un gran espectáculo.
A la hora de votar, se ganó la foto del día, presentándose en un colegio electoral de Westminster acompañado por su perro, Dilyn, un terrier Jack Russell , al que su novia, Carrie Symonds, rescató de una perrera de Gales y que ahora es inseparable del primer ministro. «Lo primero que hago al levantarme a las seis -siete españolas- es sacar al perro. Él hace sus cosas y así empezamos los días». A Dilyn, como a su dueño, le puede el sexo contrario. La prensa inglesa publicó en su día que tuvieron que controlarlo por sus escarceos con la perra del ministro del Tesoro, que también vive en Downing Street.
Johnson ha hecho de todo en esta campaña. Acudió antes del alba a una subasta portuaria, vestido de bata blanca y botas Wellington, y se hizo selfies con los bacalaos. Repartió leche por las puertas en una pequeña ciudad del norte, dándole a una vecina la sorpresa de su vida (positiva, porque la chica se quedó encantada). En una fábrica de vehículos de transporte derribó un muro de poliespán donde ponía «Get Brexit Done», subido al volante de una carretilla elevadora engalanada con la bandera inglesa. Ha catado licores en destilerías y pintas en los pubs y ha grabado vídeos singulares.
«Love Actually»
En el más sonado recrea una escena de la comedia «Love Actually» de 2003, en la que Hugh Grant hacía de primer ministro. Pero no es ese el rol que ha elegido Boris, sino el del joven que mentía a Keira Knishtley, la novia de su mejor amigo en la película, para no confesarle que estaba enamorado de ella. «Muy apropiado que Boris elija el papel del que miente y no el del primer ministro», se mofa la sardónica prensa británica. Pero el vídeo va ya por 3 millones de descargas. En él Boris aparece en la puerta de Keira sosteniendo un cártel que reza: «Tu voto nunca ha sido tan importante, porque el otro tío -Corbyn- podría ganar. Con un poco de suerte el próximo año tendremos el Brexit hecho».
Hugh Grant , que precisamente ha hecho una dura campaña contra Johnson estos días, le ha recomendado que adopte para las pancartas esta frase de Lincoln: «En navidades se dice la verdad». No hará mella su comentario en la aureola de un político diferente, para lo bueno y lo malo, que se confiesa amante de los Clash y los Stones y que comenta que lo que más le sorprendió de llegar al poder es «que pedí un curry thai al Número 10 y nunca lo pude conseguir por motivos de seguridad».
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