Carmen de Carlos - En eje
La transición chilena
Imponer reformas por la vía de la fuerza y no de la razón colocaría a Chile al borde del precipicio que supo en su día esquivar
Chile, una vez más, demostró que es diferente a sus vecinos. La crisis que tenía a Sebastián Piñera con medio cuerpo en el Palacio de la Moneda y el otro medio a merced de las revueltas, hoy parece formar parte de un mal recuerdo. Para salir de ese callejón trágico (24 muertos y más de 2.500 heridos) fue necesario que la clase política, la nueva y la otra, despertara de su letargo de intereses mezquinos e hiciera un frente común. La alternativa fue una Constitución nueva en plazos razonables.
Los partidos con responsabilidad, finalmente, entendieron que lo que había en juego era algo más que la caída de un Gobierno de derechas. Lo que se discutía a golpe de pedruscos, barras de hierro y artefactos explosivos elaborados con productos químicos que no se comercializan en Chile, era la supervivencia del estado de derecho. La democracia chilena se logró en 1990, después de 17 años de dictadura de Augusto Pinochet. Un error de cálculo del dictador, el más longevo en el poder en Sudamérica, le obligó a abrir la puerta de la libertad tras ser derrotado en un referéndum que él mismo convocó. Los chilenos lograron recuperar sus derechos y libertades a plenitud mientras Pinochet permanecía como senador vitalicio hasta el 2002, cuatro años antes de su muerte.
No es fácil para un país convivir con su verdugo pero Chile lo hizo, avanzó y se convirtió en un ejemplo para las economías del hemisferio.Patricio Aylwin, Eduardo Frei, Ricardo Lagos, Michelle Bachelet y Sebastián Piñera, se sucedieron en la Presidencia. Cada cuál hizo el Gobierno que quiso y que pudo. Los ciudadanos sabían quiénes eran, les eligieron y en el caso de Bachelet y Piñera, reincidieron en dos ocasiones. Las demandas de la sociedad en materia de sanidad, educación y bienestar social, son más que legítimas pero pretender imponerlas por la fuerza de la barbarie y no por la razón colocaría a Chile en el precipicio que supo esquivar. Por suerte, de nuevo, el país se salvó.