Carmen de Carlos - EN EJE

Exprópiese

El plan de Hugo Chávez, con más cabeza que Nicolás Maduro, siempre fue extender su «poderío» por la América hispana, usar España y por medio de ésta llegar a la otra Europa

Lula Da Silva, Cristina Fernández y Hugo Chávez, durante la Cumbre de los Jefes de Estado de Mercosur EFE

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Al final, todo se sabe. Sucede con los engaños, las mentiras, las traiciones y la corrupción. Todo es cuestión de tiempo y de querer saber. ABC destapó la mugre del soborno chavista porque en definitiva es lo que es, para comprar el M5E de Beppe Grillo y hacerlo su partido satélite en Italia. El plan de Hugo Chávez, con más cabeza que Nicolás Maduro, siempre fue extender su «poderío» por la América hispana, usar España y por medio de ésta llegar a la otra Europa. El caudillo bolivariano estaba convencido de que lograría que el resto de los países que le importaban, incluido Irán con quien ya vivía su propio idilio, se contagiarían poco a poco de su socialismo del siglo XXI. La baza española estaba clara con Podemos, el equipo que se presentaba como el salvador pero recibía millones de una Venezuela asfixiada. De esto, podría dar clases Juan Carlos Monedero, ese que cobraba como «profesor», diez veces más que sus colegas de la universidad.

El ánimo expansionista de Chávez, apadrinado por los hermanos Castro, alcanzó a buena parte de Sudamérica. La figura del exparacaidista –y golpista– despertaba simpatías en el Brasil de Lula, la Bolivia de Evo Morales, el Ecuador de Rafael Correa y hasta en el Paraguay de Fernando Lugo, aquel obispo que resultó ser padre de familia numerosa. Pero en ninguno de estos países cuajó tanto el chavismo como en Argentina. El resultado, tras tres Gobiernos consecutivos de kirchnerismo, fue un país arrasado donde la mitad de la población odiaba (y odia) a la otra mitad. Macri no pudo, no quiso o no supo cambiarlo.

Las expropiaciones de Chávez tuvieron su réplica en Buenos Aires a partir del 2003 y la expresión más obscena fue la de YPF a Repsol en el 2012. La consecuencia fue el aislamiento casi total de un país en cesación de pagos. Ese modelo, siete meses después de la investidura de Alberto Fernández, se repite con una Argentina en «default». Vicentín, empresa agraria en concurso de acreedores, es el nuevo botín de la viuda de Néstor Kirchner, la que, desde el búnker de la Vicepresidencia, ordena, «exprópiese».

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