Carmen de Carlos
Elecciones «prescindentes»
La pareja demócrata –Biden y Harris– hace como México, Argentina y Bolivia, nada, se queda muda
![Rueda de prensa de Guaidó después de la farsa electoral del domingo](https://s1.abcstatics.com/media/internacional/2020/12/09/vene-k4xC--1248x698@abc.jpg)
Mejor el silencio que la ignominia. Alberto Fernández puede ser un hombre a la sombra de Cristina Kirchner (Fernández, en realidad) pero tiene el sentido común suficiente para saber que no hay modo de defender las elecciones «truchas» (falsas) de Venezuela. A Manuel López Obrador, AMLO para amigos y enemigos (tiene unos cuantos), le pasa lo mismo. Los dos presidentes decidieron no decir nada sobre lo que hay que decir todo. Argentina y México se mantienen «prescindentes» (de prescindir) en el asalto permanente a la democracia, a los derechos humanos y a las libertades de los venezolanos. La Bolivia de Luis Arce, de momento, parece que sigue sus pasos (prescinde de pronunciarse) y deja que sea Evo Morales el que pase a la historia, de la mano de José Luis Rodríguez Zapatero, como el defensor de unas elecciones que el Grupo de Lima (una docena larga de países de América Latina más Canadá) califica de carentes de «legalidad y legitimidad», mientras más de medio mundo las identifica con un rollo de papel higiénico.
Contra esa farsa electoral, por respeto y dignidad a los miles de torturados, a los muertos del régimen de Maduro y a sus ciudadanos, alzan la voz más de 45 países en el planeta. Se une a la denuncia, los Estados Unidos del «pato cojo» que es el presidente –en ejercicio hasta enero– Donald Trump (qué lástima de despedida de Administración, qué pena de formas y que desperdicio de gestión de fondo bien hecha).
Pero Trump, ya ni quita ni pone en el futuro de este mundo con tantas desgracias. Esa misión le corresponderá al presidente electo, Joe Biden y a la vicepresidenta electa, Kamala Harris. En ellos, podía haber esperanza para los venezolanos (y el resto) pero la pareja demócrata hace como México, Argentina y Bolivia, nada, se queda muda.
En las elecciones, «truchas» también, de la Asamblea Nacional Constituyente del 2017, salí en silla de ruedas de Caracas. Dejé atrás un país como yo, roto, incapaz de caminar o levantar un brazo. Por suerte, lo mio tuvo cura. Lo de Venezuela, al parecer, no.
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