Carmen de Carlos - EN EJE

Banderazos

La salida en tromba de la hibernación de los ciudadanos, se entiende por el temor a que la viuda de Kirchner pueda cumplir su sueño de «ir por todo»

Protestas contra el Gobierno de Alberto Fernández, en las calles de Buenos Aires EP

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en ocho meses de Gobierno de los Fernández, número maldito no sólo para Messi y el Barcelona, los argentinos se han echado a la calle en tres ocasiones: junio, julio y agosto. La última, pese al confinamiento que arrastran desde mediados de marzo, fue el lunes. «El banderazo», como se llama ahora a las manifestaciones, se extendió de norte a sur. En ese mapa de las movilizaciones, dos puntos o escala de las protestas destacaron: la residencia presidencial de Olivos y el piso de «Cristina», en la ciudad de Buenos Aires. La viuda de Néstor Kirchner y actual vicepresidenta, sigue siendo para la gente la cara –o el rostro– del verdadero poder. Eso explica que el gentío desviara su marcha en dirección a su piso de Recoleta (modelo barrio de Salamanca).

¿Qué pedían o que quieren esos miles y miles de argentinos que desafíaron al Covid, a pie y en automóviles? Buscan, como las empresas, seguridad jurídica. También, recuperar su vida, la economía y un futuro que cada día pinta más oscuro. Los de «la calle», en definitiva, pidieron por lo que sienten más amenazado: sus derechos y libertades.

En junio, el amago de expropiar la firma Vicentín unió en un frente común al gentío. Al mes siguiente, fue la cuarentena y ahora, los proyectos de reforma de la Corte Suprema y el Poder Judicial. La salida en tromba de la hibernación o letargo de los ciudadanos, se entiende por el temor a que la viuda de Kirchner pueda cumplir su sueño de, «ir por todo». Por eso, no están dispuestos a quedarse en casa mientras «ella», se hace un traje judicial a la medida de la impunidad que necesita. El saqueo, los millones en bolsos desparramados y lo impúdico de su patrimonio están demasiado presentes en esa mitad del país que no la votó.

A diferencia del gentío que convocó Miguel Bosé en la plaza de Colón de Madrid, la mayoría de los manifestantes argentinos se protegieron con mascarillas y procuraron mantener la distancia social. Ese par de metros entre uno y otro, es el espacio que Alberto Fernández querría mantener con su vicepresidenta para gobernar a su antojo (lo de bien o mal, habría que verlo).

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