Cameron encalla en sus negociaciones con Europa

Mala semana para los ingleses, cuyo referéndum recibe críticas del FMI

El «premier» británico deposita una corona de flores en la tumba del soldado desconocido, en Varsovia REUTERS

LUIS VENTOSO

Cameron se está extraviando por los intrincados laberintos de Bruselas, donde se nota bastante que quien manda a lo lejos se llama Angela. Mala semana para el primer ministro en sus negociaciones con Europa de cara a lograr un acuerdo que le permita pedir el «sí» a la UE en el referéndum y contentar a su parroquia euroescéptica. El lunes Donald Tusk , el polaco que preside el Consejo Europeo, contestó a la carta de noviembre donde se presentaban las demandas británicas diciendo que los otros 27 países mantienen «diferencias sustanciales» con esas propuestas . En plata: que no aceptan ahormar la UE al gusto y dictado inglés. El miércoles y jueves Cameron visitó a los mandatarios de Rumanía y Polonia y recibió nuevos educados portazos, esta vez porque los países del Este no admiten la pretensión británica de recortar las ayudas sociales a inmigrantes comunitarios durante cuatro años.

El viernes, como guinda, la directora del FMI, Christine Lagarde , antigua ministra de Economía de Francia, advirtió que la incertidumbre que está creando el referéndum amenaza al crecimiento del Reino Unido. Lagarde se cuidó también «a título personal» de expresar sus dudas sobre cómo tratarían sus exsocios a los británicos si al final votan por dejar el club, el llamado «Brexit»: «No está claro que relación tendrían con Europa fuera de la UE. ¿Cuánto tiempo se tardaría en firmar nuevos acuerdos de comercio?». Una sutil sugerencia de que se podía hacer pagar el rapto de arrogancia británica .

Las agencias de calificación estadounidenses Standard & Poor’s y Fitch explicaron ese mismo día que la salida de la UE amenazaría al medular sector de los servicios financieros , a las exportaciones y al crecimiento. Peligra incluso la integridad territorial del país, porque los escoceses, europeístas, volverían a pedir un referéndum de independencia; no están dispuestos a tener que dejar la unión a rebufo de los ingleses. También sería muy difícil para el Reino Unido seguir refinanciando su déficit. S&P y Fitch anunciaron que si votan por salir empeorarán su calificación de la deuda británica.

Menos exigencias

Con este chorreo, el viernes algunos medios londinenses publicaron que Cameron estaría dispuesto a suavizar su exigencia de que los inmigrantes comunitarios tengan que cotizar cuatro años en el Reino Unido antes de empezar a percibir ayudas sociales. Sin embargo por la noche un portavoz de Downing Street lo desmintió. Pero esa idea sigue viva. «The Daily Telegraph» aseguró de nuevo ayer que el primer ministro inglés ablandará sus planteamientos en ese punto, el que suscita más controversia.

Cameron convocó el referéndum en 2013 como «una elección real entre irse o ser parte de un nuevo acuerdo». En realidad el primer ministro quiere que el país siga en la UE, pero con la consulta buscó matar dos pájaros de un tiro : frenar la crecida del partido eurófobo UKIP, que por entonces parecía que podía amenazar su mayoría al robarle votos nacionalistas ingleses, y contentar al endémico sector de los tories antieuropeos.

Pero las consultas las carga el diablo. Como le sucediera en Escocia, Cameron empieza a sudar. Su idea inicial era haber cerrado el acuerdo antes de Navidad. Pero una charla telefónica con Merkel el pasado 3 de diciembre bastó para tumbar esa idea. Ni siquiera la amenaza de Cameron de que hará campaña por salir si no se atiende a sus demandas ha impresionado a sus socios, que no se han inmutado. El pico de la crisis de los refugiados y los ataques de Daesh en París tampoco han ayudado a Cameron, pues han convertido su referéndum en un asunto secundario.

Esta semana volverá a presentar sus propuestas en un consejo europeo, con la intención de cerrar el acuerdo en la cumbre de los 28 del próximo febrero y convocar el referéndum ya en junio. Quiere realizar la consulta cuanto antes, porque sabe que el éxodo de refugiados va a seguir y que será la más elocuente campaña para el «no».

A día de hoy los partidarios de permanecer en Europa siguen siendo mayoría, pero el voto por el «no» crece y ya es el 41% en la encuesta de YouGov y el 39% en la de Ipsos Mori.

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