CLAVES DE LATINOAMÉRICA
El año del cambio de estrategia de la izquierda iliberal latinoamericana
Aceptó intentar llegar al poder por elecciones; hoy, desgastada, parece buscar el atajo del caos social
El año 2019 ha marcado un cambio de estrategia de la izquierda iliberal latinoamericana. Si hace dos décadas, el luego llamado Socialismo del Siglo XXI apostó por llegar a los gobiernos nacionales a través de elecciones democráticas, en este momento parece querer acceder al poder mediante el caos social. Y si algunos de esos mismos movimientos utilizaron la violencia armada en una etapa guerrillera previa, anterior a una aceptación táctica de la vía electoral, hoy ciertos sectores han vuelto a promover la violencia, esta vez en forma de disturbios callejeros.
En algunos países –es el caso de Venezuela y Nicaragua, y estaba comenzando a pasar en Bolivia–, el recurso a la fuerza se ha hecho desde el mismo gobierno, para mantenerse ilícitamente en el poder; en otros, como en Colombia y Chile, esa izquierda está sumándose al cambio de estrategia, sin haber pasado por la etapa previa de una victoria electoral lograda por un amplio apoyo social, al menos inicialmente.
El Foro de Sao Paulo
El Foro de Sao Paulo es el mejor indicador de ese giro. En ocasiones se exagera el papel de esa agrupación continental de movimientos y partidos de izquierda, pues no funciona con la rigidez con la que las viejas Internacionales obedecían las consignas soviéticas. El tactismo cubano, que exige cierta sumisión, no es del agrado de todos los dirigentes intelectualmente próximos, los cuales generalmente prefieren la inspiración menos controladora del liderazgo de Lula da Silva. En cualquier caso, es cierto que el Foro de Sao Paulo ha servido y sirve para la puesta en común de experiencias y la coordinación de estrategias.
Si dos manos mecen la cuna de ese espectro ideológico –la cubana y la brasileña–, ambas se encuentran en el patrocinio venezolano. Por eso es muy significativo que, como desveló ABC , Caracas haya estado coordinando la acción de grupos radicales, como la chilena Coordinadora Arauca-Malleco y ciertos disidentes de las FARC, junto con colectivos paramilitares venezolanos. Se trata ciertamente de grupos muy reducidos y marginales políticamente, pero bastan actos de violencia callejera minoritarios para poner en aprietos a las instituciones democráticas. Por lo demás, Caracas fue sede en julio del XXV Foro de Sao Paulo , donde se hizo un balance del número de gobiernos perdidos y se analizó la manera de recuperar el espacio retrocedido.
Hoja de ruta
Fracasados los intentos revolucionarios marxistas de décadas anteriores en la mayor parte de Latinoamérica (después de la cubana, solo hubo el triunfo de la revolución sandinista), la llegada de la democracia a la región en los años 90, terminando un periodo de dictaduras o regímenes de una clase dominante, supuso un cambio en las reglas de juego. El propio Hugo Chávez, tras la inviabilidad del golpe militar que había promovido en 1992, vio que la manera de llegar al poder era a través del voto popular. Lo logró en las presidenciales de 1998.
La nueva Constitución de Chávez y luego las de Rafael Correa y Evo Morales reforzaron el presidencialismo y con el tiempo, como también ocurrió en Nicaragua, las principales instituciones fueron copadas por el oficialismo, comenzando por la Corte Suprema y el Tribunal Electoral. En el siglo XXI el autoritarismo ya no necesitaba viejas fórmulas porque había encontrado una más acorde con el tiempo: la democracia iliberal, donde se mantienen las elecciones, pero el poder nunca cambia de manos.
Prolongar esto pacíficamente fue posible mientras persistía el apoyo inicial y mientras luego el necesario fraude electoral, cada vez más grande, pudo ser impuesto. Después la confrontación era inevitable.
Esa sucesión de etapas termina cuando se produce la expulsión del poder. Fuera de él hay que establecer una nueva hoja de ruta. Exhibido ya su carácter autoritario, algunos de esos líderes o partidos tienen difícil una pronta recuperación de la presidencia –o un rápido ascenso a ella en caso de no haberla alcanzado nunca–, así que buscan un atajo.