Los buzos que arriesgaron su vida en la cueva más profunda jamás explorada para recuperar el cuerpo de sus compañeros
Dos miembros del equipo de buceadores finlandeses que quisieron conocer la gruta noruega Steinugleflaget perecieron en el intento, y después de recuperarse de las heridas, sus compañeros volvieron para devolver sus cuerpos a sus familias
Cuando se trata de volver a por un compañero, la valentía suele imponerse al sentido común . Algo similar les sucedió a unos buzos en Noruega, que se sumergieron en el sumidero más profundo jamás explorado y, después de salir ilesos, volvieron a él para recuperar el cuerpo sin vida de sus colegas.
El Plura, un río de 35 metros de ancho en el valle noruego de Plurdalen, guarda bajo la corriente, en aguas ya profundas, una colorida cueva.
Tal y como recoge la BBC , los buceadores suelen limitarse a llegar a la gruta y contemplarla desde sin entrar, para luego volver a la superficie.
Pero nada es imposible, y estos buzos finalndeses han demostrado que con práctica y experiencia se puede continuar hacia aguas más profundas y heladas, allí donde las paredes de la cueva se vuelven más angostas, y repetir la hazaña . Cuando la curiosidad llama a la puerta, quedarse en la entrada de la misma por precaución no es una opción, pese a las consecuencias . Los que consiguen cruzar esa bolsa de agua subterránea llegan a la gruta de Steinugleflaget.
Eso pretendía el equipo de buzos finlandeses que se adentró en las gélidas aguas para hacer historia. Y a su manera lo consiguieron.
«Es el sumidero en el que a más profundidad se ha buceado del mundo» , declara a BBC Patrik Gronqvist, el primero en sumergirse. La amenaza es constante: un desgarro en el traje puede costarle la vida a los buceadores.
Ya en aguas profundas, Gronqvist se percató de que su compañero Jari Huotarinen no iba detrás. Rehizo parte del trayecto en su busca, y lo encontró atascado en una de las partes más estrechas del túnel. Huotarinen comenzó a entrar en pánico, y aumentó el riesgo, igual que el ritmo de su respiración, algo peligroso en aguas tan profundas.
Comenzó a tragar agua cuando Gronqvist le cambió la bombona, y murió ante sus ojos .
Encabezaba la segunda tanda del equipo Vesa Rantanen. «Llegué a aquel punto estrecho en el que el primer buceador quedó atascado y tuve que dedicir qué hacer», recuerda. « Tenía dos opciones: pasar por encima del buzo muerto o volver a la superficie tras un larguísimo buceo a través del tramo más profundo. Decidí continuar, y fue una buena decisión. Aunque me tomó al menos 15 minutos sobrepasar el cuerpo del compañero», cuenta.
La tercera tanda tuvo más complicaciones. Uno de los buzos entró en pánico al ver el cuerpo de su compañero sin vida y, según la Policía noruega, murió por ello.
El último buzo, Kai Kankanen, intentó en vano ayudar a rescatar el cuerpo de su compañero y, al no lograrlo, decidió regresar hasta el punto de partida.
«Le dije a las viudas que volvería allí y recuperaría sus cuerpos» , confiesa Gronqvist. Así que, cumpliendo con su promesa, los tres supervivientes, junto a un equipo de 24 buzos expertos en salvamento, se sumergieron de nuevo en la cueva que había sido paraíso e infierno al mismo tiempo.
Finalmente lo consiguieron. «Desde que salí de allí, pienso en ello todas las noches. Si hubieramos practicado antes todo habría sido distinto. Fue totalmente nuestra culpa », reconoce ahora Gronqvist.
Y, pese a todo, siguen practicando el deporte que les robó a sus compañeros.