Buenos Aires, en manos del azote de las empresas españolas

Axel Kicillof, el hombre que arrebató YPF a Repsol, gobernará la capital

El presidente Alberto Fernández con su homólogo cubano, Díaz-Canel EP

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Las tarifas de los servicios públicos se quedarán, una vez más, congeladas. Al menos, en la provincia de Buenos Aires, un territorio del tamaño de Italia. El mensaje lo dio Axel Kicillof, flamante gobernador, en un discurso de investidura, modelo Cristina Kirchner, por su extensión aunque más comedido.

El primer día de Gobierno de Alberto Fernández se mantiene como el anterior. Nadie, salvo la vicepresidenta, se mueve en la foto de paz y armonía de una transición que únicamente altera a los jueces federales, a medios de comunicación y a la Agencia Federal de Inteligencia (AFI). Se trata de tres objetivos de un Gobierno que pretende remodelar las relaciones con la prensa mediante el recorte de la publicidad, disciplinar a la justicia federal con una reforma profunda y construir, al menos sobre el papel, un servicio de inteligencia donde desaparezca los fondos reservados.

Más gestos que hechos

El tablero está revuelto y los anuncios, de momento, se quedan en eso. En este estreno de Administración, por ahora, pesan más los gestos que los hechos. El «enfant terrible» del kirchnerismo, Axel Kicillof, tuvo de testigos de su jura como gobernador a los dos Fernández (Alberto y Cristina) que abandonaron el recinto antes de que empezara un discurso a modo de clase de economía. En La Plata, capital de la provincia, se extendió largo y tendido en su descripción de una herencia en «virtual default» (cesación de pagos) en expresión recurrente adoptada del presidente de Argentina. «Vamos a dejar sin efecto el aumento de las tarifas» que el Gobierno de Mauricio Macri dispuso para enero. El anuncio, en la recta final de su intervención, lo justificó Kicillof, el hombre que intervino YPF y se la arrebató a Repsol, como una medida necesaria porque, «la provincia está en emergencia financiera, tarifaria y productiva». Dicho esto, anticipó que necesita tiempo para «revisar» todos los contratos públicos. En un tono en el que insistió que no pretendía arremeter contra los intereses empresariales, adelantó que convocará a «empresas del sector» para diseñar en forma conjunta un «esquema justo y razonable» de tarifas que puedan soportar tanto las familias como las empresas. «Si una tarifa no puede ser pagada por un jubilado no es tarifa, es saqueo», sentenció.

En ese «rubro» (sector) anunció que pedirá al presidente Fernández que dejé sin efecto las designaciones del ente regulador. Agotado el repertorio de los números, ruinosos como lo fueron los que recibió la exgobernadora María Eugenia Vidal , Kicillof siguió la estela de Alberto Fernández de la víspera. «Pretendo ser el gobernador de todos y todas las bonaerenses», prometió.

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