Bruselas confía en que Berlín no cambie su actual línea europeísta
Decisiones esenciales están congeladas hasta conocer la opinión de Alemania
Desde que se conoció la derrota del partido de la canciller Angela Merkel , todas las instituciones europeas se quedaron en estado de hibernación a la espera de conocer la composición del nuevo Gobierno . Alemania es el país más grande y poderoso de la UE y es muy difícil imaginar que en Bruselas se pudiera lanzar un debate sin contar con la opinión de Berlín en los asuntos esenciales. En este caso, ya se conoce al nuevo canciller, Olaf Scholz , que ha sido también el responsable de Economía en el anterior gabinete y conoce perfectamente cómo funcionan las cosas en la UE y nadie espera en ningún caso un cambio radical de rumbo respecto a lo que ha sido la política alemana hasta ahora, aunque tampoco ignoran que esta coalición de socialdemócratas con liberales y verdes va a tener necesariamente un enfoque diferente al que ha tenido la vieja gran coalición a pesar de que en él figuraba Scholz como vicecanciller.
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El elemento más novedoso en este caso es la presencia de los Verdes en el Gobierno y en el fondo no lo es tanto. De alguna manera también los democristianos sabían que si hubieran ganado las elecciones habrían tenido que pactar con los ecologistas, por lo que habían diseñado ya una política en esta dirección. No es casualidad que Ursula von der Leyen , la actual presidenta de la Comisión y exministra de Merkel, hubiera preparado la legislatura europea para orientarla hacia el tema medioambiental y la transición energética, de modo que en este campo tampoco se pueden prever grandes turbulencias.
Los socialistas europeos esperan que el nuevo Gobierno apoye relajar las reglas del Pacto de Estabilidad
En todo caso, el asunto más importante que espera la opinión de Alemania es la economía, concretamente saber qué vendrá después de que la Comisión anuncie el 1 de enero de 2023 el levantamiento de la cláusula de salvaguardia del Pacto de Estabilidad . Es decir, a lo largo de 2022 hay que decidir si cuando se termine este periodo en el que se han suspendido las obligaciones de control presupuestario los países han de volver a los límites anteriores de 3% máximo de déficit público y 60% del PIB de deuda, o si se van a diseñar ajustes y cuáles.
Los socialistas europeos tienen una confianza grande en que el nuevo Gobierno alemán será partidario de flexibilizar estas exigencias, que fueron el símbolo de lo que en la anterior crisis se llamó ‘austericidio’ y que a pesar de que funcionó relativamente bien para devolver la estabilidad a las cuentas públicas, también tuvo un coste social muy alto.
En este caso, la cuestión ha quedado también constreñida por el hecho de que el responsable de Economía en el nuevo Gobierno es el liberal Christian Lindner , conocido por sus posiciones radicales en lo que respecta al control presupuestario y el límite del déficit. Pero también se sabe que el ecologista Robert Habeck será vicecanciller y tendrá a su vez una responsabilidad económica importante, relacionada con la transición energética.
Como en tiempos de Merkel
Naturalmente, todos estos asuntos se han pactado en el programa de gobierno de la coalición que se basa en el principio de que ninguna de las partes podrá obtener el cien por cien de lo que aspiraba a tener, pero todos están satisfechos con el resultado en su conjunto. Así que existen muchas probabilidades de que en el fondo las cosas sean como solían en tiempos de Merkel, cuando Alemania a su vez jugaba el papel de árbitro cuando los demás países no estaban de acuerdo, influyendo a base de concesiones sobre sus propias posiciones. Scholz no tiene el mismo carácter que Merkel, pero cuando empezó la canciller saliente tampoco tenía el prestigio y el predicamento con el que se despide.
Francia es, de lejos, el país más fuertemente asociado a Alemania dentro de la UE, hasta el punto que se considera que para que las cosas funcionen es imprescindible que París y Berlín estén de acuerdo. El presidente Emmanuel Macron ha recibido con satisfacción al nuevo Gobierno alemán porque los liberales están en la fórmula, lo que le da una cierta familiaridad con esa parte de la coalición. Y Macron espera además que el semestre de presidencia francesa, que comienza el 1 de enero, será la ocasión para demostrar su capacidad de dirigir los debates europeos sin dejar de ofrecer a Alemania la posibilidad de que su sensibilidad sea tenida en cuenta.
En cuanto a las instituciones europeas, es evidente que Alemania aumenta ahora el peso de los socialdemócratas en general, lo que cambia los equilibrios y puede propiciar algunas tensiones en las instituciones europeas. En el Parlamento Europeo para empezar, porque ahora el socialista italiano David Sassoli ha decidido que quiere seguir en el puesto, aunque contradiga el pacto previo con el PP Europeo.