Bruselas aceptaría con escepticismo una prórroga para el acuerdo del Brexit

Las elecciones europeas de mayo complican todas las opciones posibles

El persidente de la Comisión Europea, Juncker, y el del Consejo Europeo, Tusk

Enrique Serbeto

Un aplazamiento de la fecha de desconexión «sería la solución más racional» para evitar un Brexit caótico, como el que se producirá el 29 de marzo si antes la clase política británica no se ha puesto de acuerdo. Esta es la opinión del presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, que sería el encargado de tramitar esta petición en caso de que se produjese. Pero incluso para pedir esta prórroga, no está claro que haya acuerdo en Londres.

De momento en Bruselas los servicios jurídicos trabajan a marchas forzadas para intentar dar respuesta a la catarata de incógnitas legales que se plantean en todas las posibles variantes. La prórroga de la fecha de salida debe ser primero solicitada y después aprobada por unanimidad por todos los demás países miembros. Aunque hay algunas capitales que han perdido la paciencia y que preferirían decirle a Theresa May que no hay prolongación posible, se da por hecho que todos serían «comprensivos» por usar la misma expresión que el propio Tusk, a la hora de escuchar esta petición, en caso de que finalmente se produzca.

Sin embargo, en lo que todo el mundo está de acuerdo es en que esa extensión no puede ser más que de un par de meses en el caso más extremo. La coincidencia con la celebración de las elecciones europeas en mayo hace imposible pensar en cualquier posibilidad de que la prórroga pueda extenderse más allá de la fecha de constitución del nuevo Parlamento Europeo el 2 de julio. En esa fecha es cuando pierden su condición de diputados los que forman la actual legislatura, que se mentienen en funciones hasta la inauguración de la siguiente.

La opción de que el Reino Unido participase en las elecciones europeas estando en la puerta de salida sería considerada como una burla, tanto por los demás europeos, como por los propios británicos. Sin embargo, legalmente representaría un factor totalmente incompatible con los tratados que en esta prórroga el Reino Unido siguiera siendo miembro de la UE sin tener representación en el Parlamento. Además, los 73 escaños que le corresponden a los británicos ya han sido en parte repartidos entre otros países (España entre ellos) o anulados.

También plantea problemas desde el punto de vista institucional si lo que puede aparecer en el horizonte político británico es el segundo referéndum. Hay una sentencia del Tribunal Europeo de Luxemburgo que dictaminó que cualquier país que haya invocado el artículo 50 para abandonar la UE puede revocarlo en cualquier momento, siempre que sea antes de la fecha prevista para su salida.

Incertidumbre

Ese momento está claramente definido como el final del periodo de dos años justos después del momento en que se envía la carta que pone en marcha el mecanismo del artículo 50. Es decir que en el caso aún improbable de que se convocase un segundo referéndum, como ha sugerido esta semana el líder laborista, Jeremy Corbyn, no está claro si se puede extender también el plazo de salida para mantenerse dentro de los límites indicados por la sentencia. La fecha de desconexión, en la medianoche del 29 de marzo , fue elegida por Londres expresamente cuando activó el artículo 50 enviando una carta oficial al presidente del Consejo Europeo.

Teniendo en cuenta estas circunstancias, los análisis políticos más recurrentes se vuelven a la teoría de la propia May que insiste en que una prórroga tan corta no serviría de gran cosa, porque las diferencias en el Parlamento británico son mucho más profundas y nada garantiza que lo que no se haya podido pactar ahora se pueda dentro de unas semanas.

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