Boris Johnson obtendría 14 puntos de ventaja, según un sondeo de la cadena ITV

El laborismo presenta el programa de izquierda más radical de su historia

El primer ministro visita la compañia de transporte Ferguson en Grimsby EP
Ramón Pérez-Maura

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«Sólo nos quedan tres días para hacerlo realidad, tres días para acabar con el bloqueo y evitar un Parlamento sin mayoría… Tres días para completar el Brexit», declaró ayer Boris Johnson durante su visita a Sunderland, en el noreste de Inglaterra. El objetivo de Johnson ayer fue hacer campaña en cuatro circunscripciones laboristas en las que el voto a favor del Brexit se impuso cómodamente en el referendo de hace tres años. Porque por más que el líder laborista Jeremy Corbyn intente que la atención se fije en su programa económico –o quizá por ello– el principal asunto de debate sigue siendo la salida del Reino Unido de la UE.

Ayer se conoció la última encuesta de la cadena de televisión ITV que extendía la victoria de los conservadores en cinco puntos hasta un 14 por ciento de diferencia con los laboristas frente a los nueve puntos de ventaja que le daba la misma encuesta hace una semana. Los Conservadores obtendrían un 45 por ciento de los votos frente a un 31 por ciento para los laboristas . Peor aún para los laboristas, la encuesta indica que un 52 por ciento de los que respondieron afirma que harán un uso táctico de su voto, lo que en España se llama voto útil. Para el Partido Laborista la mejor opción era que el Partido del Brexit tuviera una alta votación en las circunscripciones en las que concurre, ninguna de ellas en manos conservadoras. Eso podría dividir el voto conservador frente al tracking electoral de ITV, que da ese notable distanciamiento, la encuesta de la Asociación de Estudios Políticos del Reino Unido da a los conservadores una mayoría absoluta de sólo dos escaños, 326 frente a los 231 de los laboristas y el resto repartido entre las diferentes facciones. Sería una mayoría suficiente, pero de una fragilidad tal, que cualquier cosa podría desbaratar su mayoría en el último minuto. En todo caso no son muchos los que dan un valor relevante a ese estudio solitario.

A estas altura de la última campaña electoral, la de las elecciones del 8 de junio de 2017, los conservadores, respaldados por algunas encuestas, anticipaban 371 escaños, una mayoría absoluta de 92 . La realidad fue que se quedaron a nueve de esa mayoría absoluta. Cabe suponer que sus estrategas habrán aprendido de los errores de la última vez. Eso parece demostrarse por la capacidad para combinar dos discursos: de una parte la voluntad de cumplir con el mandato popular de ejecutar el Brexit. Y de otra advertir de lo que representaría una victoria de un laborismo más a la izquierda de lo que nunca lo ha estado en los últimos cien años. Lo que equivale a decir en toda su historia. Y eso que algunos de sus dirigentes como el vizconde de Stansgate, más conocido como Tony Benn, estaban ligeramente a la izquierda de Lenin.

El programa laborista

En esta campaña el laborismo promete nacionalizar las compañías eléctricas, las de agua, las de tren –cuando Pedro Sánchez pretende la competencia privada en el ferrocarril español, es evidente que los laboristas británicos no siguen su liderazgo– las compañías de banda ancha y hasta la compañía de correos que en el Reino Unido se sigue llamando «Royal Mail», correo real. Regio, pero privado. Todo ello pretenden ponerlo en práctica en sus cien primeros días de Gobierno. El coste económico de esa política no aparece en el programa laborista. Al mismo tiempo Jeremy Corbyn ha anunciado a los sindicatos que «estaréis en el Gobierno, con nosotros» para poner en práctica políticas como la semana laboral de cuatro días –ya no les valen ni las 35 horas de los socialistas franceses. Tampoco han explicado el impacto que tendría sobre el coste de la atención en servicios públicos como los hospitales.

El final de la campaña, por tanto, sigue dos estrategias muy diferentes entre los grandes partidos. Para el Conservador, la consecución del Brexit. Para el Laborista, hablar de Europa lo menos posible. El problema para el 48 por ciento de británicos que votaron por permanecer en la UE hace tres años y medio es que sólo el Partido Liberaldemócrata levanta la bandera de Europa. Y a su dirigente, Jo Swinson, no parecen quererla ni los suyos.

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