José M. de Areilza - MONNET & CO.

Boris, en el alambre

El ministro Barclay ha apuntado en Madrid la solución de posponer la negociación de la salvaguarda

José M. de Areilza

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Una de las fotos más conocidas de Boris Johnson es su descenso accidentado por una tirolina sujetando banderas británicas en ambas manos, justo antes de los juegos olímpicos de 2012. Pero la imagen que mejor le representa hoy no es la del atasco, sino la de un equilibrista caminando sin red por el alambre entre dos edificios un día de mucho viento.

Por un lado, Boris Johnson tiene que seguir elevando el volumen de la campaña anti-europea, arengando a los votantes contra las élites de Londres y Bruselas. Es una exigencia de su guión populista y nacionalista, al menos hasta que pueda obtener la legitimidad de las urnas. Por eso desafía la impaciente moratoria de Emmanuel Macron para presentar una propuesta de Brexit con acuerdo.

Sus asesores sugieren que el primer ministro puede volver a cerrar el Parlamento digan lo que digan los jueces o presumen que en ningún caso pedirían una nueva prórroga, a pesar de la ley Benn. Por otro lado, el tiempo realmente apremia y hay muy poco margen para cerrar un acuerdo de salida antes del 31 de octubre.

En vez del tono dramático, aquí es necesario la discreción, el pragmatismo y la precisión del jurista. Las instituciones comunitarias, afortunadamente, son expertas en llegar a este tipo de compromisos políticos de última hora y traducirlos a fórmulas legales suficientes. El ministro Stephen Barclay en su paso por Madrid ha apuntado la solución de posponer la negociación de la salvaguarda irlandesa al momento después de la salida.

El Reino Unido estaría dentro de la libre circulación de mercancías durante un período transitorio de hasta cuatro años, si mantiene el obtenido por Theresa May. El precipicio de la desconexión vendría al final del nuevo plazo. Los 27 socios no renunciarían a nada y permitirían al equilibrista cruzar sin causar más percances.

Londres tendría que lidiar con la exigencia de la salvaguarda en la futura negociación para acordar un marco permanente de relación económica y comercial. Contaría con menos bazas y todo se le haría más cuesta arriba, porque se conduciría como un antiguo Estado miembro.

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