En 2008, cuando el ciclón «Nargis» se cobró más de 140.000 vidas, Birmania (Myanmar) llevaba más de cuatro décadas de dictadura militar aislada del mundo y sin apenas conexión de internet ni coches. Pablo M. Díez Además de ser uno de los países más pobres del mundo, el miedo estaba tan inculcado que los birmanos, como si fuera un acto reflejo, encogían el cuello y miraban a izquierda y derecha antes de susurrar sus críticas a la Junta militar. Pablo M. Díez En Mandalay, el trío de cómicos «Los Hermanos del Bigote» tenía problemas con la ley por sus chistes sobre el régimen y uno de ellos, Par Par Lay, fue condenado a seis años de trabajos forzados. Pablo M. Díez Para aislarse del pueblo, la Junta militar trasladó la capital de Yangón (Rangún) a Naypyidaw, una «ciudad-búnker» construida en plena jungla donde solo viven los funcionarios. Pablo M. Díez En la construcción de Naypyidaw participaban hasta niños que solo ganaban 1.200 kyiats (1 dólar) al día por pasarse 12 horas juntado ladrillos, removiendo mezclas y arrastrando sacos de tierra y cemento. Pablo M. Díez En 2010 empezó una tímida transición con la liberación de la premio Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi, mártir de la lucha por la democracia que se había pasado 15 de los últimos 20 años bajo arresto domiciliario. Pablo M. Díez Nada más ser liberada, Aung San Suu Kyi concedió una entrevista a ABC en la que se mostraba convencida de que vería la democracia en Birmania, pero no ocultaba su pragmatismo para mantener buenas relaciones con regímenes autoritarios como el chino. Pablo M. Díez El 8 de noviembre de 2015 se celebraron las primeras elecciones libres, donde Aung San Suu Kyi pudo votar pero no optar al cargo de presidenta del Gobierno por un veto constitucional impuesto por los militares. Pablo M. Díez Los venerados monjes, que en 2007 habían protagonizado la «Revuelta Azafrán», son una de las principales fuerzas sociales en este país donde el 90 por ciento de la población es budista. Pablo M. Díez El día de la votación se formaron largas colas en los colegios electorales, ya que los birmanos estaban ansiosos de poder elegir a sus gobernantes después de 25 años de dictadura militar. Pablo M. Díez El partido de Aung San Suu Kyi, la Liga Nacional para la Democracia, venció por abrumadora mayoría, pero los militares se habían reservado el 25 por ciento de los escaños del Parlamento y e importantes ministerios. Pablo M. Díez Aunque «La Dama», como es conocida popularmente Aung San Suu Kyi, sigue siendo venerada por los birmanos, su reputación internacional ha quedado destrozada por su complicidad con la persecución de la etnia musulmana rohingya (pronúnciese «rojinga»), a quienes no se les reconoce la ciudadanía. Pablo M. Díez En 2017, más de 700.000 refugiados rohingyas huyeron al vecino Bangladés por los ataques contra sus pueblos del Ejército birmano, calificados de «limpieza étnica» por la ONU. Pablo M. Díez En los campos de refugiados de refugiados de Cox´s Bazar, en Bangladés, se calcula que viven casi un millón de rohingyas que han huido de Birmania (Myanmar). Pablo M. Díez Un punto de control militar en Birmania, después del golpe de Estado del pasado 1 de febrero de 2021. Reuters Un grupo de ciudadanos birmanos pisotea una fotografía del líder militar Min Aung Hlaing para expresar su rechazo al golpe de Estado. La fotografía fue tomada en Bangkok. Reuters Concentración de personal sanitario para expresar su rechazo al golpe de Estado en Birmania. El sector de la salud se ha mostrado particularmente contrario a la acción de los militares. EFE