Biden prorroga en último momento el pacto nuclear
El presidente de EE.UU. pretende que las relaciones con Rusia sean como en la era Obama, frías pero pragmáticas
Joe Biden se ha marcado como objetivo revertir las relaciones con Rusia a como estaban durante los últimos años de Barack Obama, cuando él era vicepresidente. Es decir, relación fría, pero lo suficientemente pragmática como para mantener vivos los acuerdos esenciales . Así que lo primero que ha hecho el nuevo presidente estadounidense es prorrogar a toda costa el tratado Nuevo Start (Reducción de Armas Estratégicas, en inglés) por el que las partes se comprometieron hace una década a reducir su arsenal atómico en dos tercios, limitando a 1.550 ojivas y 800 lanzaderas las reservas de cada una de las partes.
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La prórroga de ese tratado, crucial para la desnuclearización de Europa , llegó después de la primera conversación de Biden ya como presidente con su homólogo ruso, Vladímir Putin, mantenida el martes, y de la que informaron tanto la Casa Blanca como el Kremlin. El parlamento ruso se apresuró a votar el miércoles la prórroga del tratado, sin dejar a la Casa Blanca que confirmara que efectivamente ambas partes habían llegado a un acuerdo. En un ejercicio de pericia diplomática, el Kremlin se adelantó a Biden y dijo través de un viceministro de Exteriores, Sergéi Riabkov, que la renegociación se había hecho «en nuestras condiciones».
Coyuntura delicada
Pero eso son meramente las formas. En el fondo, es la Casa Blanca la que está presionando a Putin en un momento ciertamente delicado para él, cuando vuelve a enfrentarse a protestas callejeras por las acusaciones de corrupción y latrocinio, y el encierro arbitrario del líder opositor Alexéi Navalni. El Kremlin ya se vio en una situación similar hace una década, justo cuando Putin se presentaba a unas elecciones de trámite para pasar del cargo de primer ministro al de presidente, de donde salió por la supuesta limitación de mandatos, que al final no fue tal.
De las protestas de hace 10 años salió, según figura en varios informes de la inteligencia estadounidense, el rencor de Putin a Hillary Clinton. Entonces ella era secretaria de Estado (ministra de Exteriores) con Obama y Biden, y según creía el Kremlin instigó las protestas. El propio Putin dijo tras los comicios que Clinton «dictó el tono» de los manifestantes, que permanecieron en las calles hasta 2013 , según informa la agencia Tass. En 2016, dos campañas diferentes de injerencias del Kremlin tuvieron como objetivo impedirle a Clinton que ganara las elecciones presidenciales, en las que se impuso finalmente Donald Trump.
A pesar de lo que pueda parecer, en realidad la Administración Trump no fue precisamente dócil con Putin. Sólo el presidente parecía tenerle un respeto sospechoso, y se negaba a condenar abiertamente sus provocaciones. En sus muchas comparecencias siempre negó que hubiera existido una trama rusa para ayudarle, algo que desmintieron sus propias agencias de inteligencia.
Pero de Trump para abajo, la postura fue combativa. En 2018, el Gobierno de EE.UU. se retiró unilateralmente de otro acuerdo, el Tratado de Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio, acusando a Rusia de incumplirlo. Este prohibió la producción, tenencia y pruebas de vuelo de misiles de crucero lanzados desde tierra con una capacidad de alcance de 500 a 5.500 kilómetros. Washington destruyó después 846 misiles. Moscú: 1.846.
Tras anular aquel tratado, Trump se marcó como objetivo renegociar el Nuevo Start de forma más beneficiosa para EE.UU., sobre todo planeando un rearme nuclear en el Pacífico para contener el expansionismo territorial chino. Ese otro acuerdo, negociado por Obama en 2010, caducaba el 5 de febrero. Ahora, según Rusia, se prorroga otros cinco años.