Biden devuelve el favor a Buttigieg, que se apartó en las primarias, con la cartera de Transporte

Varios medios estadounidenses han señalado, además, que se trataría además de la primera persona abiertamente LGBTQ que se incorpora al gabinete presidencial

Pete Buttigieg AFP

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Joe Biden ha elegido como próximo secretario de Transporte a Pete Buttigieg, el exalcalde de South Bend (Indiana) con el que se enfrentó en las primarias demócratas. Era esperado que Biden guardara algún lugar de su Gabinete a este joven de 38 años, por dos razones: es un valor de futuro del partido demócrata y Biden le debía un gran favor.

Buttigieg protagonizó una irrupción fulgurante en el partido demócrata y llegó a disputar el centro del partido a Biden, el gran favorito de las primarias. Buttigieg era un candidato de diseño, parecía salido de un «focus group» con consultores políticos del «establishment» demócrata: joven, gay, cristiano, formado en Harvard, veterano de guerra -un corto paso por Afganistán-, del Medio Oeste y moderado.

Su única experiencia era haber sido alcalde de una ciudad de 100.000 habitantes, pero no importó. Cubrió sus lagunas con presencia, entusiasmo y un mensaje optimista, «obamiano», de unión, concordia y progreso. «Mayor Pete» o «alcalde Pete» se convirtió en uno de los iconos de la campaña.

Buttigieg no hubiera tenido opciones de participar en unas primarias con mejores candidatos. Pero, ante muchos rivales inclinados hacia la izquierda, se convirtió en la alternativa centrista a Biden. El ahora presidente electo, a pesar de ser el favorito, se tambaleaba en los debates y su campaña iba a la deriva. Contra pronóstico, Buttigieg se impuso en las primarias inaugurales , los caucus de Iowa. En la siguiente cita, en New Hampshire, fue segundo, solo por detrás del líder izquierdista Bernie Sanders. Su talón de Aquiles era el electorado negro, con el que nunca conectó. Y cuando las primarias llegaron a un estado con mucha minoría negra, Carolina del Sur, se hundió, a la vez que resucitó Biden.

Buttigieg pudo seguir en la lucha y buscar un milagro en el Supermartes, tres días después de las primarias de Carolina del Sur, la cita en la que se juegan más estados. Pero el joven político hizo sus cálculos y optó por una decisión estratégica: dar un paso al costado para asegurarse un futuro en el «establishment» demócrata. Canceló su campaña y se adhirió a la de Biden. Al día siguiente, hizo lo mismo otra candidata moderada, pero con menos opciones, Amy Klobuchar. El ‘establishment’ se arremolinaba alrededor de Biden. Buttigieg se convirtió enseguida en un puntal de la campaña demócrata. Recibió por teléfono las felicitaciones de Barack Obama por su generosidad. Ahora se ha cobrado la recompensa.

Buttigieg tenía a su favor otro factor: su nombramiento para cualquier puesto en el Gabinete le convertiría en la primera persona abiertamente gay en el más alto rango del Gobierno de EE.UU. Biden ha prometido un Gabinete «que se parezca a América» y eso incluye la diversidad de orientación sexual. Buttigieg hizo de la suya una de carta electoral y ahora también ha sido decisiva para llegar al Gobierno.

Sonó para varias carteras, como embajador ante la ONU o secretario de Comercio. Al final, se quedará con la de Transporte, un departamento con 55.000 funcionarios , en el que estará al frente de una docena de agencias, con responsabilidad sobre el espacio aéreo, las autopistas nacionales o la seguridad en los oleoductos.

Su experiencia para ello será limitada. En South Bend, solo gestionó una flota de sesenta autobuses en el servicio público de transporte. Otros contendientes para el puesto, como David Kim o Sarah Feinberg, acumulaban años de experiencia en el sector de transportes y en el Departamento público del sector. Pero Biden no les debía una. «Os lo prometo, a lo largo de vuestra vida vais acabar viendo mucho más a Pete que a mí», dijo Biden en el primer mitin conjunto. Ahora, su nombramiento ha vuelto a decepcionar a las corrientes izquierdistas, que consideran que no tienen representación suficiente en el Gabinete.

Buttigieg no se queda con un puesto de relumbrón, pero sí con la visibilidad y la presencia que necesita para continuar sus ambiciones políticas, sin necesidad de ganar unas elecciones al Congreso -por ejemplo, senador por Indiana, un escaño complicado por ser un estado muy republicano- para seguir en el candelero. De lo que no hay duda es que Buttigieg volverá a presentarse a la presidencia , en 2024 o más adelante.

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