Pedro Rodríguez - De Lejos
Bibi-Trump
De populista a populista: no se recuerda otro líder de EE.UU. que haya hecho tanto por un político de Israel
Los procesos electorales de Israel suelen ser tan complicados como impredecibles gracias a un voto atomizado y un superávit de partidos políticos. El listón para conseguir uno de los 120 escaños en la Knesset requiere un 3,25 % de sufragios. Eso es lo único meridianamente claro en esa democracia solitaria desde el punto de vista geográfico pero fascinante por su intensidad y repercusiones. Por supuesto, la matemática queda eclipsada por el oportunismo para formar mayorías parlamentarias.
La trinidad electoral más recurrente en Israel suele abarcar seguridad, economía y divisiones (ya sean religiosas o sociales porque cualquier excusa es válida para la mucha fragmentación de un país con tan poca profundidad estratégica). Sin embargo, las elecciones celebradas hoy no se han librado del cliché de referéndum sobre Benjamin Netanyahu y su habilidad para seguir gobernando pese a tres acusaciones pendientes por soborno, fraude y abuso de confianza.
La década «prodigiosa» de Netanyahu incluye prosperidad económica, acercamiento a los regímenes suníes y mayores relaciones con África, América Latina y Asia. Sin olvidar la aniquilación del proceso de paz con los palestinos, mayor confrontación con Irán, conflictos armados contra Hamas y hostilidad contra las diversas tramas que según el primer ministro amenazan al Estado judío. Con mención especial a la promesa electoralista de extender la soberanía de Israel a una parte, mucha o toda Cisjordania.
A favor de Bibi también cuenta el cheque en blanco extendido por el presidente Trump. De populista a populista: no se recuerda otro líder de EE.UU. que haya hecho tanto por la reelección de un político de Israel. Con una lista de «regalitos» que incluye el traslado de la Embajada americana a Jerusalén, recorte de ayudas a la Autoridad Palestina, respaldo a que millones de palestinos no sean contabilizados como refugiados e incluso reconocer la anexión de los Altos del Golán. Dentro de esta plenísima sintonía, con amigotes comunes como Sheldon Adelson, no falta un compartido relato político de rebeldía contra las élites. En inglés o en hebreo.