La batalla de la pesca, clave en el fracaso de la negociación del acuerdo pos-Brexit
El rechazo a las flotas europeas en sus aguas es una de las banderas de los brexiteros radicales
Los equipos negociadores de Londres y Bruselas seguirán negociando este lunes después de su fracaso en la búsqueda de un acuerdo que establezca las nuevas relaciones entre el Reino Unido y la UE tras el Brexit .
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Las discrepancias sobre la pesca están en el centro de la incapacidad para cerrar un pacto:
Uno de los símbolos del Brexit radical
En todos los puertos pesqueros del Reino Unido los votantes apoyaron el Brexit con la idea de que ello les permitiría eliminar la competencia de los pescadores europeos con los que comparten sus aguas siguiendo las reglas europeas. El problema para el Gobierno conservador es que un resultado poco definido en las negociaciones podría hacer perder votos en estas áreas. Durante las cuatro décadas largas en las que el Reino Unido ha sido miembro de la UE, la pesca no ha sido un problema mayor para nadie. Los franceses y los belgas, sobre todo, faenan en aguas del Canal desde hace siglos.
Las pretensiones británicas
En esencia, Londres quiere convertirse para la UE en un país equivalente a Marruecos en materia de pesca, expulsar a la flota europea y negociar cada año una cuota de capturas a cambio de compensaciones económicas. La recuperación de la soberanía ha de ser visible.
Respuesta europea
La UE no puede negarse a abandonar las aguas de un país que ya no es parte del club, pero advierte de que en ese caso esa decisión tendrá consecuencias directas. La primera, que los pesqueros británicos no podrán entrar en las aguas europeas y que tampoco podrán vender sus capturas en el mercado europeo, además de otras posibles compensaciones comerciales.
Un mercado deficitario
El mercado británico es deficitario en materia de pesca , importa 721.000 toneladas anuales por valor de 3.457 millones de libras y exporta 452.000 toneladas por valor de 2.004 millones de libras. La diferencia es que importa desde países lejanos, pero vende sobre todo al mercado continental. Cientos de pescadores franceses , belgas u holandeses no pueden faenar en otras zonas si se les prohíbe entrar en aguas británicas.
La delicada situación de los españoles
Los armadores españoles, sobre todo los gallegos, fueron muy previsores cuando compraron barcos con bandera británica para hacerse con licencias propias para pescar en sus aguas, lo que ha funcionado muy bien mientras el país se ha mantenido en la Unión Europea. Ahora, lo que podría ser una ventaja porque podrán seguir pescando se convierte en un problema si se consuman las amenazas de represalias europeas por la expulsión de la flota.