Aumentan las críticas al plan de desconfinamiento de Boris Johnson por su falta de claridad
El plan supone tiempo ilimitado al aire libre, la reapertura parcial de colegios y tiendas a partir del 1 de junio, y de los negocios de restauración en julio
El plan de desconfinamiento para la población británica, que cumplió ayer siete semanas de estar encerrada, consiste en tres fases que previsiblemente se desarrollarán entre este miércoles, cuando entren en vigencia las medidas suavizadas, y la primera semana de julio, cuando dé inicio la fase tres. También el anuncio de la desescalada se ha producido en fases: la primera, el domingo, con el mensaje televisado de 15 minutos de Boris Johnson en el que explicó a la ciudadanía las líneas maestras de su plan, la segunda, ayer por la tarde, cuando dio a conocer los detalles de su estrategia, contenida en un documento de 60 páginas ante un desangelado Parlamento con apenas diputados, y la tercera a última hora, durante una rueda de prensa.
Quienes el domingo se quedaron con más preguntas que respuestas tras la intervención del «premier» y esperaban que ayer las cosas quedaran más claras una vez hecha la exposición ante la Cámara de los Comunes o ante las preguntas de la prensa, se llevaron un chasco, o al menos así lo dejan entrever no solo las críticas de la oposición y de los gobiernos de los otros países del Reino Unido, sino la reacción de los ciudadanos en las redes sociales , inundadas de memes sobre la confusión reinante.
Con 32.065 fallecidos, según el último balance oficial, la nueva estrategia del gobierno ha sido criticada en su forma, por haber cambiado el eslogan que pedía «quedarse en casa» por el ambiguo «estar alerta», y en el fondo, por la falta de claridad con respecto a las medidas. De hecho, Escocia, Gales e Irlanda del Norte han decidido desvincularse del plan de Johnson, que según la ministra principal de Escocia, Nicola Sturgeon, «habla solo por Inglaterra», a lo que el premier respondió que solo permitirá algunas divergencias ya que «las cuatro naciones deben avanzar juntas» y defendió su plan diciendo que «una vacuna o tratamiento masivo puede estar a más de un año de distancia. De hecho, en el peor de los casos, es posible que nunca encontremos una vacuna» y por lo tanto el plan debe permitir un manejo de la emergencia en el largo plazo.
Hasta el momento, tanto los ciudadanos como los medios e incluso el nuevo líder del partido laborista, Keir Starmer , le habían dado a Johnson el beneficio de la duda ante su gestión, pero las críticas no hacen más que ir en aumento. Tras la intervención del primer ministro en el Parlamento, en el que explicó que su plan para una reducción gradual de la cuarentena supone tiempo ilimitado al aire libre, la reapertura parcial de colegios y tiendas a partir del 1 de junio, y de los negocios de restauración en julio, Starmer prometió que su partido «tendrá el coraje de apoyar al gobierno cuando sea lo correcto, y el coraje de desafiar al gobierno cuando se está equivocando» y agregó que «lo que necesitábamos del primer ministro era claridad y tranquilidad», pero ahora «muchos de nosotros tenemos preguntas que necesitan ser respondidas». Starmer acusó al Gobierno de estar creando una «considerable confusión» y denunció que «una hoja de ruta necesita instrucciones claras». Los sindicatos también condenaron su llamado a que las personas regresen a sus lugares de trabajo, y expresaron su preocupación por las condiciones de seguridad.
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