Un atracador legendario escapa en un helicóptero robado de una prisión en París
Redoine Faïd abandonó la aeronave y huyó junto al piloto en un coche que fue identificado por las autoridades
Redoine Faïd ha vuelto a evadir, por segunda vez en cinco años, una prisión de alta seguridad, instalándose en el podio como el atracador más legendario de Francia . Educado en la tierra de nadie de la «banlieue», los suburbios de París, donde la descomposición social da frutos podridos: yihadismo, bandas de gánsteres adolescentes, estallidos de angustia social.
El 13 de abril de 2013, Faïd se evadió de la prisión de Lille-Sequedin (norte de Francia), donde purgaba una pena de veinte años de cárcel por atraco a mano armada y sospechas de un asesinato a sangre fría, recurriendo a granadas y bombas de mano para «abrirse camino».
Faïd fue detenido con relativa rapidez y encarcelado en Fleury-Mérogis, una prisión de alta seguridad en la periferia de París. Siguieron varios procesos y condenas implacables: diez, quince, veinte años de cárcel, posible cadena perpetua.
Trasladado a la prisión de Réau (Seine-et-Marne, al sur de París), a la espera de nuevas sentencias de otros atracos y crímenes, Redoine Faïd volvió a evadirse la mañana del domingo, con la ayuda de tres cómplices y una «limpieza» cinematográfica: en un helicóptero robado , cuyo piloto fue forzado a punta de pistola a entrar y salir en una zona de alta seguridad de la cárcel.
La evasión duró unos minutos cortos. El helicóptero y el piloto fueron abandonados a cierta distancia. Faïd y sus cómplices huyeron en un coche identificado, antes de perderse en la «banlieue» parisina, una selva inextricable.
Comienza la búsqueda, caza y captura del criminal más famoso de Francia, cuya carrera comenzó robando «chuches» en la tienda de la esquina de su barrio, en Creil (Oise, al norte de París), para terminar «especializándose» en el atraco a mano armada de furgones de transporte de dinero, siguiendo modelos cuidadosamente estudiados en las películas de gánsteres.
En la gran tradición del cine negro, Redoine Faïd cultivo desde la adolescencia la imagen del chico audaz, presto a todo para «triunfar» y enriquecerse a punta de pistola. Llegó a escribir un libro, consagrado a dorar la leyenda del «proleta de la banlieue» capaz de gastarse fortunas, conseguidas con derramamiento de sangre , para impresionar a las chicas de los barrios multiculturales de París, Barbés, la Goutte d’Or.
Esa estética del «atracador romántico» lo llevó a Israel y Las Vegas, donde era capaz de tirar mucho dinero en juegos de azar. En su biografía, esos rastros dorados están con frecuencia tocados con manchas, huellas y rastros de sangre humana. La fiscalía de París ha lanzado contra Faïd una vasta operación de caza y captura.
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