ATAQUE EN PARÍS

Un empleado de la Prefectura de París, convertido al islam, asesina a cuatro policías

El atacante, trabajador del centro durante 20 años y de comportamiento ejemplar, usó un cuchillo de cerámica

La polcia ha cortado el centro tras el ataque AFP | Vídeo: EP

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A primera hora de la tarde de este jueves, Mickael H., nacido en 1974, en Fort-de-France, capital de la Martinica, en las Antillas francesas, convertido al islam hace dieciocho meses, armado con un cuchillo de cerámica, de uso doméstico, asesinó a cuatro personas en la Prefectura de Policía de París, en el corazón histórico de la capital, a doscientos metros de la catedral de Notre-Dame.

La matanza se produjo en el interior de las dependencias de la Direction du Renseignement de la Préfecture de Police (DR-PP), uno de los inmuebles más y mejor vigilados de Francia, en un perímetro policial sometido a medidas de vigilancia excepcional.

La Fiscalía del Estado inició una primera investigación por homicidio voluntario y homicidio cometido contra representantes de la autoridad pública. La Fiscalía antiterrorista esperaba ampliar las primeras informaciones antes de pronunciarse sobre su posible participación.

Según el matutino «Le Figaro» y la cadena BFMTV (información permanente), el asesino se habría convertido al islam hace año y medio. Tras el registro de su domicilio, en Gonesse (26.000 habitantes), en la periferia este de París, la Policía detuvo a su esposa, Ilham E., sospechosa de eventual «colaboración».

Ilham E. y Mickael H. se casaron en 2014 en Gonesse, la ciudad de su residencia, un «pueblo grande» con una población musulmana de cierta importancia, que lleva años empeñada en el proyecto de construcción de una «gran mezquita». Los vecinos consultados por muy diversos medios confirman que la esposa era musulmana y compartía con su marido un hándicap de sordera de cierta gravedad. Ella tenía ciertos problemas de «locución».

Según fuentes policiales, Mickael H. asaltó a tres policías que se encontraban en el pasillo de su despacho de trabajo en las dependencias informáticas de la Direction du Renseignement de la Prefecture de Police (DRPP, servicio de información e inteligencia policial). El asesino había podido introducir en la sede de la «policía de las policías», en el corazón de París, un cuchillo de cerámica, aparentemente imposible detectar por medios convencionales. Tratándose de un personaje sin problemas conocidos, durante veinte años, tampoco estaba fichado por eventual «radicalización».

A primeras horas de la tarde de hoy, Mickael H. salió de su despacho asesinando a cuchilladas a los tres primeros policías que encontró a su paso, atacados por sorpresa. El asesino siguió su marcha ensangrentada por los pasillos del edificio policial más vigilado de Francia. A los pocos minutos asaltó y asesinó a una secretaria del servicio de la seguridad de proximidad de la aglomeración parisina. Una segunda mujer, secretaria en los servicios de recursos humanos, fue asaltada pero consiguió escapar al asesino.

Ya en el patio del gran edificio de la Prefectura, un oficial de servicio dio el alto y pidió al asesino que tirase el cuchillo con el que había cometido los crímenes. Ante su negativa y gestos amenazantes, el oficial hizo uso de su arma reglamentaria matando a tiros en la cabeza a Mickael H. Según varios testigos, el espectáculo de la matanza y el asesino, caminando, enarbolando su cuchillo ensangrentado, provocó estallidos de pánico y llanto entre muchas mujeres, policías y civiles.

Neutralizado y muerto el criminal , un helicóptero de los servicios de sanidad del ministerio del Interior, trasladó a la última víctima, entre la vida y la muerte, a un hospital de la región parisina. Las fuentes policiales comenzaron por subrayar sus «dudas» sobre el carácter potencialmente terrorista de la matanza. Si se confirmase la conversión del asesino a la religión musulmana, el caso podría tomar otro rumbo, imprevisible. A última hora de la noche de este jueves, todas las investigaciones policiales parecían centradas en la inquietante personalidad del asesino y su esposa, unidos por la sordera y su conversión a la religión musulmana, en una ciudad de la periferia este, Gonesse, que tiene una comunidad influyente, que lleva años trabajando en la construcción de una «gran mezquina».

Condiciones de trabajo

«Le Monde» y BFMTV no dudaban de la importancia de la conversión al islam del asesino, para intentar «comprender» la naturaleza última de la matanza . «Le Monde» prefería «ser prudente». Prensa escrita, radio y tv. subrayan, al unísono, que la matanza de la Prefectura se consumó un día después de la gran manifestación y la «marcha de la cólera» de más de 27.000 policías, recordando las condiciones de trabajo «ansiógenas» que han culminado con una ola de suicidios: 52 policías se han dado muerte, en Francia, en los últimos diez meses. Más de un suicidio por semana.

Suicidas y manifestantes consideraban la Prefectura de Policía de París, donde se consumó la matanza del jueves, como la casa común, frente a la catedral de Notre Dame, rodeada, noche y día, de importantes patrullas de hombres armados, con carácter disuasivo.

La matanza de la Prefectura, perpetrada por un «funcionario modelo», que descubrió el islam hace menos de dos años, fue percibida como otra prueba para la nación. Emmanuel Macron, presidente, ha suspendido un viaje, ya aplazado hace días, con el que debía comenzar su nueva campaña en defensa de su proyecto de reforma del modelo nacional de pensiones y jubilaciones, empantanado. Edouard Philippe, primer ministro, confirmó la movilización nacional ante «todo tipo de amenazas», cuando Francia sigue siendo víctima de una suerte de psicosis, tras el incendio de una fábrica de productos químicos, en Rouen.

Christophe Castaner, ministro del Interior, también ha aplazado un viaje oficial a Grecia y Turquía, para ponerse al frente de la investigación que debe explicar la matanza de la Prefectura. Desde la tarde del jueves, todo el corazón geográfico e histórico de París quedó inmediatamente «acordonado» por las fuerzas de seguridad del Estado, muy presentes, noche y día, en los alrededores de la catedral de Notre Dame.

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