La arriesgada presidencia rumana de la UE
El envidiable crecimiento económico de Rumanía en los últimos años (8,8% del PIB en 2017), «está basado en subidas de sueldos a los funcionarios públicos y recortes de impuestos, a base de deuda, que se traducen en consumo
En la Plaza de la Victoria de Bucarest, como casi cada final de mes, Mihai vende fundas para móvil junto a un semáforo. Trabajó como profesor de Economía Planificada en la universidad hasta la caída de Ceaușescu, hace ya casi 30 años. Desde entonces ha sido repartidor, fotógrafo de bodas y una larga temporada empleado de un matadero en España. «Aquí no hay trabajo, solo se malvive. En los últimos años se mueve dinero, pero es solo el dinero de los emigrantes y algo de inversión extranjera en busca de mano de obra muy barata. Lo demás lo controlan las mafias y, si no quieres tener que ver con ellos, te quedas fuera», describe la situación económica del país que acaba de asumir la presidencia rotatoria del Consejo Europeo.
Lorian Libocor, economista de BRD-Groupe Société Générale en Bucarest, le da la razón. El envidiable crecimiento económico de Rumanía en los últimos años (8,8% del PIB en 2017), «está basado en subidas de sueldos a los funcionarios públicos y recortes de impuestos, a base de deuda, que se traducen en consumo, pero nada más». Ese crecimiento ha disminuido ya a la mitad en 2018 y la deuda pública y privada están en niveles «insostenibles», según la Comisión Europea. «La corrección pendiente es inevitable», afirma Libocor. «La crisis que se avecina va a ser peor que la de España», augura Mihai.
Estos malos presagios se producen en un país que es ya uno de los más pobres de la UE. Uno de cada dos rumanos asegura tener problemas para calentar su casa o permitirse una comida con carne o pescado cada dos días, según un informe de Eurostat. Pero no es la situación económica lo que más incertidumbre crea en Bruselas acerca del cambio de guardia en el que Rumanía toma el relevo de Austria en la presidencia rotatoria del Consejo. «Mi opinión es que no estamos preparados para algo así», ha admitido incluso el presidente rumano, Klaus Iohannis.
Iohannis lamentó este viernes que ni siquiera haya en Bucarest un proyecto de presupuestos sobre la mesa y rechazó las propuestas de la primera ministra para los nombramientos de los ministros de Desarrollo y Transporte, abriendo un año de parálisis política , mientras los periódicos rezan a diario el interminable rosario de la escandalosa y omnipresente corrupción. La exministra de Turismo Elena Udrea, condenada a seis años de cárcel por abuso de poder y soborno y prófuga de la Justicia, ha sido pillada en Costa Rica, llevando en la clandestinidad una vida de lujo junto a la exfiscal contra el crimen organizado Alina Bica, requerida a su vez por delitos de cohecho y corrupción.
En noviembre pidió la Fiscalía al Senado el levantamiento de la inmunidad parlamentaria a su presidente, Calin Popescu Tariceanu, para poder proseguir con la investigación «sobre las sospechas de delitos de corrupción para cubrir los gastos de la campaña electoral» con sobornos «de una empresa que habría obtenido importantes contratos comerciales del Estado rumano». En total una decena de exministros están siendo investigados en un caso de compra de licencias Microsoft, mordidas en un contrato de 54 millones de dólares para la compra de equipamiento y programas informáticos destinados a las escuelas. En diciembre, la oposición impulsó sin éxito una moción de censura para castigar una modificación del Código Penal diseñada para exculpar al líder de los socialdemócratas del PSD Liviu Dragnea, condenado en junio a más de tres años de cárcel por cobrar subvenciones por la creación de empleos inexistentes en su partido y que gobierna a través de una mujer de paja, la primera ministra Viorica Dăncilă. Todo esto es lo que ha llevado a Jean Claude Juncker a expresar esta semana públicamente sus «dudas sobre la capacidad de Rumania». «El gobierno de Bucarest aún no ha entendido completamente lo que significa presidir los países de la UE», ha dicho el presidente de la Comisión.
«En verano hubo protestas, pero los que salíamos a las manifestaciones éramos los rumanos que vivimos fuera, que estábamos allí de vacaciones», explica Gheorghe Nicorut, residente en Alemania, cerca de Mannheim. Para señalar el abismo de mentalidad entre la población rumana y los estándares europeos, Nicorut se refiere a las recientes declaraciones del presidente del Steaua de Bucarest, uno de los principales clubes de fútbol del país. Gigi Becali no tuvo reparos en decir públicamente que el fútbol femenino es «contra natura» y «una idea de Satán», sin que la federación haya tomado medida alguna después de eso.
«Las redes comunistas que conforman el gobierno habían optado por no rebasar los niveles de percepción de Bruselas. Mientras Hungría y Polonia hacían mucho ruido , ellos trataban de desmontar en silencio el Estado de Derecho que fue necesario levantar para unirse a la UE en 2007», advierte el experto en política del Este Reinhard Vese, «pero situados en la presidencia del Consejo esa discreción ya no es posible». Ante las crecientes quejas de Bruselas, además, el discurso de Dragnea y Dăncilă se ha vuelto hostil y antieuropeo, escudado en la improvisada queja de que «Rumanía es tratada como un país de segunda clase» por la instituciones comunitarias. «Las consecuencias en el semestre son impredecibles», augura Vesa, «para empezar, aumenta la probabilidad de Brexit desordenado».
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