Necrológica de Estanislao de Grandes

Mi amigo Estanislao

Estanislao de Grandes

Alonso Dezcallar Mazarredo

Escribo estas líneas aún conmocionado por la inesperada muerte de mi gran amigo Estanislao de Grandes, una victima más del malhadado Covid, que todos deseamos vaya golpeando progresivamente cada vez menos, pero que sigue dando crueles zarpazos aqui y allá a nuestro alrededor.

Estanislao fue un gran diplomático, ocupando, entre otros importantes cargos, a lo largo de su larga y prolífica carrera los de embajador de España en la Representación Permanente ante el Consejo de Europa; en Eslovaquia; en Rumanía y Argentina.

Pero Estanislao era ante todo un Hombre Bueno, con mayúsculas. Adoraba a su familia – a Carola , su mujer- y a sus tres hijos Paloma, Estanislao y Alvaro- y era gran amigo de sus amigos. Yo siempre he pensado que era el hombre más simpatico, divertido y ameno que he conocido.

Nos conocimos al incorporarnos los dos a la vez a la embajada de España en Uruguay al principio de los 90. Él como Segundo de la embajada y yo como joven número tres. En los tres años que estuvimos juntos desarrollamos, junto a nuestras mujeres, una profunda amistad, basada en el cariño y el respeto. En Montevideo tuvimos la suerte de coincidir una serie de personas de gran calidad humana y profesional, lo que unido a la cercana convivencia que se da en circulos pequeños como son las embajadas, hizo saltar la chispa que permite hacer brotar relaciones cuasifamiliares. No sé da siempre, pero cuando ocurre es un auténtico privilegio. El centro de ese circulo que nació en Montevideo- y que ha pervivido hasta hoy- eran sin duda Estanislao y Carola, por su generosidad, simpatia y experiencia.

Estanislao era fundamentalmente un hombre alegre, positivo y dedicado a su familia a la que como he dicho adoraba. La calidad humana se demuestra en los momentos difíciles y Estanislao dió ejemplo de ello cuando, desgraciadamente, experimentó duras pruebas. Una de ellas fue cuando fue secuestrado junto a su mujer por Sendero Luminoso en la Embajada de Japón en Lima; a la angustia de una situación, ya de si peligrosa, se les unía pensar en el futuro de sus hijos, que estuvieron solos en casa, hasta que Carola logró ser liberada antes que Estanislao.

Pero, sin duda, el momento más difícil en sus vidas ocurrió al producirse el grave accidente que sufrió su hijo Estanislao y que le dejó incapaz de valerse por sí mismo hasta su fallecimiento años después. Nunca olvidaré la lección de humanidad, generosidad y, sobre todo, AMOR, que dió toda la familia en esos años, cuidando y queriendo profundamente a Estanislao hijo. La vida de todos ellos cambió en un instante, pero no el Amor entre ellos, que aumentó – si eso era posible-, sometido a muy duras pruebas. Todos nos hicimos mejores con el ejemplo de Estanislao y de Carola y nos sentimos enormemente orgullosos de poder ser considerados como sus amigos. Dieron una gran lección de entrega y amor. Del Amor auténtico y desinteresado. Aunque como muchas veces me comentaron ambos, en esos años no solo daban, si no que no dejaron nunca también de recibir un enorme amor de su hijo.

Estanislao era un hombre polifacético. Un señor de los pies a la cabeza, incluso exteriormente, con un aspecto de caballero español, más en estos últimos años con el pelo y barba, siempre perfectamente recortada, blancos. Era un hombre cabal, de firmes principios, valores y convicciones, pero que siempre respetaba todas las opiniones ajenas, aunque no perdía ocasión para abordar una buena- nunca violenta y siempre civilizada - discusion en torno a un buen vaso de whisky y en buena compañia. Las veladas en su casa podían durar eternamente, haciéndonos siempre sentir -tanto Carola, como Estanislao- a sus invitados como en casa, tras unas excelente cena o almuerzo. Recuerdo que la biblioteca de libros de cocina que tenían en la cocina era de las mejores que nunca he visto, al encantarles a ambos cocinar. Mas de un amanecer he visto en su casa en Montevideo.

Estanislao no sería Estanislao sin su amor por la naturaleza, tanto por los jardines y plantas, como, sobre todo, por los animales, y, muy en especial, por la caza, de la que era un autentico apasionado. Disfrutaba con todo lo que rodea a ésta, buscar o acechar a las presas, pero también cuidarlas (recuerdo una jaula que tenia en su casa de Montevideo donde cuidaba a una paloma con un ala rota); e igualmente también pasar el día en el campo, andando o hablando con la gente que se encontraba.

Estanislao fue una persona que dejó huella en todos los que le conocieron; primero, por su simpatía con la que rápidamente te entraba, pero, cuando se le trataba más, a esa simpatía se unia un gran corazón, una gran generosidad y una gran bondad. Tenía numerosas virtudes: inteligencia, gran cultura, sencillez, honestidad, profesionalidad, seriedad, compañerismo, don de gentes, etc, pero por encima de todo ello fue lo que Machado llamaba sencillamente un Hombre Bueno y, por ello, fue, y siempre será, muy querido. Era el amigo ideal y así siempre lo recordaré.

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