Algunas discotecas de Dinamarca impiden el paso a los que no hablen danés, alemán o inglés

La polémica propuesta tiene lugar para impedir la entrada a refugiados que no saben comportarse

CARMEN CALVO

Después de las quejas de algunas mujeres que afirman haber sido acosadas por refugiados en locales de ocio nocturno de tres ciudades de Dinamarca, algunos propietarios han decidido exigir que los clientes hablen danés, inglés o alemán antes de permitirles el acceso.

Según el diario «The Local» son numerosas las jóvenes que se sienten incómodas por la manera cómo se comportan algunos solicitantes de asilo en bares y discotecas. «Tenemos que decir que muchos clientes varones que vienen de los centros de refugiados tienen problemas para respetar al sexo contrario . En mi opinión, se trata de acoso sexual cuando uno o varios hombres continúan manoseando a una chica después de que esta les haya dicho que paren», explicó Glenn Hollender del club Den Flyvende Hollaender en Søndeborg. Además, también se han registrado muchos incidentes provocados por intoxicaciones etílicas en los centros que albergan a estos jóvenes. Las ciudades de Thisted, Haderslev y Søndeborg son las que más incidentes han registrado, aunque, según la policía, no se han producido denuncias.

Como consecuencia de todo ello, algunos establecimientos han implantado nuevas medidas para impedir estos acosos. En unos casos, han aumentado la presencia de guardias de seguridad en la puerta y en otros se ha puesto en marcha esta política de impedir la entrada a clientes que no puedan comunicarse con los empleados . La discoteca Buddy Holly de Søndeborg ha sido una de las primeras, aunque, según la Federación de Restaurantes y Cafés, que cuenta con más de 1.500 miembros, otros clubes instaurarán estas normas en las próximas semanas.

Polémica

La medida no está exenta de polémica y algunas organizaciones como Amnistía Internacional consideran que es claramente discriminatoria. «No puedes hacer una norma general que impide a alguien entrar en un lugar solo porque viene de un país donde otras personas han causado problemas», explicó Clauus Juul en la televisión danesa.

No opinan lo mismo los propietarios de discotecas que no desean perder su clientela local por culpa del comportamiento poco adecuado de algunos de los jóvenes inmigrantes. A fin de no ser acusados de discriminar a los refugiados, los dueños de estos locales nocturnos justifican la norma en la necesidad de los empleados de poder comunicar con los clientes en caso de que se produzcan problemas de seguridad. Discriminatorio o no, lo que sí parece evidente es que los incidentes de Colonia han creado una psicosis entre las mujeres de muchos países del norte de Europa que ha puesto en el centro de la diana a los refugiados de origen árabe.

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