Alexandria Ocasio-Cortez quiere echar a la vieja guardia demócrata del Congreso

Es el ataque más directo desde que el mes pasado Nancy Pelosi volviera a ser elegida «speaker» de la Cámara de Representantes

AFP

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Alexandria Ocasio-Cortez, la estrella joven de los demócratas de EE.UU., considera que es la hora del relevo para la vieja guardia que lidera al partido en el Congreso de EE.UU. «Creo que necesitamos un nuevo liderazgo en el partido demócrata », ha asegurado la diputada izquierdista en una entrevista con «The Intercept».

Es el ataque más directo desde que el mes pasado Nancy Pelosi volviera a ser elegida «speaker» -presidenta- de la Cámara de Representantes. Tiene 80 años. El siguiente demócrata por jerarquía en la cámara baja, Steny Hoyer -líder de la mayoría demócrata- cumplió 81 el verano pasado. Y el siguiente, Jim Clayburn -jefe del grupo parlamentario- tiene 80 años. Este trío de octogenarios lleva catorce años al frente de los demócratas de la Cámara. Y parece que van a seguir otros dos años. Para disgusto de Ocasio-Cortez, la cara más visible del izquierdismo en EE.UU. a sus 31 años, todos pertenecen a la corriente moderada del partido. Puro «establishment» demócrata , el que consiguió recuperar la cámara baja en 2018 y el que ha ganado -con su candidato, Joe Biden- la Casa Blanca el pasado noviembre.

Pelosi se someterá al voto de toda la Cámara de Representantes el mes que viene para revalidar su cargo de presidenta. Nada indica que no lo vaya a conseguir: ni siquiera Ocasio-Cortez está dispuesta a liderar una revuelta. Para empezar, porque no hay un recambio preparado para sustituir a Pelosi, que ha defendido que será su último mandato. Primero, porque el partido no se ha dedicado a «cultivar la próxima generación de líderes». Una crítica que alcanza a la corriente izquierdista, que «no tiene un plan» y advierte de que, si hay un vacío, «hay ahí gente más conservadora que nunca que está dispuesta a ocuparlo».

Aunque es una de las personas con más tirón popular en el partido, Ocasio-Cortez asegura en la entrevista que no es ella quien debe tomar el papel de liderazgo ahora mismo. «La Cámara es extraordinariamente compleja y no estoy preparada», reconoce. «No puedo ser yo, sé que no podría hacer ese trabajo».

Lo que sí hará Ocasio-Cortez es presionar a Pelosi con concesiones legislativas a la izquierda, como el impulso de más reforma sanitaria o el recambio de diputados más conservadores de puestos de liderazgo en comités decisivos.

El mismo problema de Pelosi lo ve en Charles Schumer , de 70 años, líder de la minoría demócrata en el Senado. El senador por Nueva York estará en lo alto tanto si los demócratas recuperan la cámara en la segunda vuelta que se celebra en Georgia el próximo 5 de enero -si ganan los dos escaños en juego, algo complicado, recuperarían el control de la cámara alta- como si no lo hacen.

El resultado de la presencia inamovible de Pelosi y Schumer y su acumulación de poder, según Ocasio-Cortez, es que «muchos miembros con talento del Congreso» prefieren irse o presentarse a otros cargos.

La cara más conocida del llamado «Squad» -el cuarteto de diputadas progresistas que llegaron al Congreso en 2018, objetivo habitual de los ataques de Donald Trump- también es muy crítica con la formación de Gobierno que protagoniza estos días Biden. «Es horrible», dice de un Gabinete que apunta a ser muy moderado -como lo será el presidente- con muchas caras de la Administración Obama y de altos cargos que han pasado por Wall Street o las grandes consultoras. El último, Pete Buttigieg, ex candidato presidencial y centrista declarado, que tendrá la cartera de Transporte.

«La Administración Biden está recuperando a muchos cargos de Obama, que depende de dónde te sitúes en el partido quizá te parezca bien», asegura. «Pero mucha gente no se acuerda de que muchos nombramientos de Obama eran recuperar cargos de Clinton», asegura sobre el Gobierno de Bill Clinton en la década de 1990, en la que el partido demócrata fue muy liberal en lo económico.

Esa insistencia en el «establishment», defiende «es una de las grandes razones por las que llegó Donald Trump. Además del racismo que estaba esperando a que le dieran aliento en este país, había un gran rechazo al «establishment» político adinerado que domina Washington».

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