Alexander Van der Bellen, el profesor que ha vencido a la extrema derecha austriaca

El candidato ecologista solo coincidía con su contrincante en no ratificar el TTIP entre la Unión Europea y EE.UU.

El ecologista Alexander Van der Belllen REUTERS

ABC.ES | EFE

El presidente federal electo de Austria, el ecologista Alexander Van der Bellen , subraya su deseo de ser el presidente de todos los austríacos, también de los que votaron a su rival. «Quiero acercarme de forma activa a los electores del FPÖ (el partido liberal de Austria de su rival Nobert Hofer), que tienen miedos genuinos, que deben ser tomados en serio», afirmó Van der Bellen en declaraciones a la televisión pública austríaca ORF. «Mi deseo es que la gente que me encuentre en las calles diga que diga 'nuestro presidente' y no 'el presidente'», añadió.

Pero ¿quién es Alexander Van der Bellen? Este economista e intelectual de 72 años, es también el antiguo líder del partido ecologista Los Verdes de Austria. Van der Bellen, un político que no encaja del todo dentro de los estereotipos del ecologista clásico (ya que es un fumador empedernido y amante de los coches), ha calmado a los miembros de la Unión Europea (UE) con su victoria.

Sus raíces

Hijo de una estonia y de un ruso de origen holandés que escaparon de la revolución bolchevique en Rusia en 1917 para radicarse en el Tirol austríaco , Van der Bellen nació el 18 de enero de 1944 y vivió allí hasta los 33 años, antes de trasladarse a Viena, donde hizo carrera en el mundo académico y político.

Tras el radicalismo de los sesenta, fue miembro del SPÖ y después pasó a los Verdes, a los cuales dirigió como líder y jefe parlamentario casi dos décadas, según informaba Hermann Tertsch durante las primeras elecciones . Ahora era miembro de la asamblea de Viena. Niega ser masón. No es religioso y sus excelentes amistades en los círculos intelectuales y faranduleros de Viena no le ayudarán. A sus 72 años es un hombre profesoral, lento, nada original ni combativo. Nunca ha dominado la agresividad de la campaña. Muchos solo le votarán por miedo a su rival. Y sus mayores defensores son una izquierda mucho más radical que él. Lo que tampoco le favorece.

Su forma poco convencional de argumentar y debatir en público podría estar relacionada con su decisión de entrar en política a los 50 años de edad . Para muchos analistas es un político que representará muy bien las funciones de la presidencia austríaca, un cargo protocolario (que se conoce como «el padre de Austria» ) pero imbuido de prestigio y visto como una referencia ética. Europeísta convencido y antiguo militante socialista, Van der Bellen habla de Heinz Fischer , presidente austríaco hasta julio de este año, como de su modelo a seguir .

Un larga carrera

Para llegar hasta hoy, Van der Bellen ha tenido que superar un proceso que comenzó el pasado 22 de mayo, con su primer intento de ganar la presidencia del país y cuando se impuso por apenas 0,6 puntos porcentuales ó 31.000 votos. Ese resultado fue invalidado poco después por el Tribunal Constitucional por irregularidades formales –aunque no por manipulaciones– en el recuento de votos.

El presidente electo austríaco ha dado así la vuelta a los sondeos y ha superado lo que parecía una atmósfera propicia para el triunfo del mensaje populista de Hofer, tras el triunfo del brexit en junio pasado en el Reino Unido y la victoria electoral del republicano Donald Trump en Estados Unidos.

Ante el avance de este populismo derechista, Van der Bellen se ha visto obligado en esta campaña a presentarse no solo como candidato progresista y experimentado , sino también como un patriota, con fuertes raíces en su Tirol natal. Uno de sus principales argumentos ha sido la advertencia de que Hofer podía impulsar un referéndum sobre la permanencia de Austria en la Unión Europea .

[Hofer reconoce su derrota en las elecciones presidenciales de Austria]

Además, durante la campaña el ya presidente electo austríaco ha entrado en algunas de las que serán sus competencias y apostado por una interpretación más activa de algunas competencias del jefe del Estado. Por ejemplo, promete que no ratificaría con su firma el TTIP , el futuro acuerdo de libre comercio e inversiones que aún negocian Estados Unidos y la UE y que con la llegada de Trump a la Casa Blanca se ha quedado en punto muerto, incluso si fuese aprobado en el Parlamento austríaco. Ese ha sido casi el único punto de coincidencia con su rival , un conocido escéptico de la UE y de la globalización en general.

Aunque la presidencia austríaca no prevé un papel activo del jefe de Estado en el día a día político, la Constitución sí le otorga la potestad de decidir a quién encarga la formación del gobierno, sin obligación de optar por el líder del partido más votado. En ese sentido, Van der Bellen ha asegurado que, si ganaba, haría todo lo posible para no encargarle nunca al FPÖ ultraderechista la formación de un nuevo Ejecutivo, ni siquiera en caso de una victoria en las urnas.

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