Alegato desesperado de la defensa del «Chapo» en el final del juicio
Está previsto que el jurado empiece a deliberar a lo largo de la semana que viene
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Es probable que ayer no hubiera nada más entretenido que hacer en Nueva York que asistir a la últim a jornada del juicio a Joaquín Guzmán Loera, el «Chapo». Era el turno de las conclusiones de la defensa, y el abogado del supuesto jefe del cartel de Sinaloa, Jeffrey Lichtman, protagonizó un intento desesperado de convencer al jurado de la inocencia del «Chapo». Lichtman jugaba con el marcador en contra, después de que, en la víspera, la fiscalía repasara durante seis horas la montaña de evidencias que incriminan al «Chapo».
En una mañana gélida, con una sensación térmica de -25 grados cuando arrancaba la sesión, el abogado trató de calentar al jurado con un alegato vehemente, teatral y persuasivo, salpicado con gotas de ingenio y de caradura. Su objetivo era convencer a los doce miembros del jurado de que el juicio es una «farsa» basada en pruebas poco fiables. Lichtman expuso el mismo planteamiento que cuando comenzó el juicio en noviembre: el ‘Chapo’ es un chivo expiatorio, un segundón con ínfulas, que sirve para distraer la atención del verdadero capo del narcotráfico, Ismael «Mayo» Zambada, que nunca ha sido capturado por sus sobornos a las autoridades.
El centro de sus ataques fue la multitud de testigos que cooperaron con la fiscalía, narcos ahora capturados, y para los que testificar es una forma de reducir su condena. «Los cimientos de este juicio están podridos», dijo Lichtman sobre los testigos, que «no solo han admitido haber mentido en cada uno de los días de su miserable y egoísta vida; también mintieron aquí bajo juramento y la acusación no os dijo nada de todo esto», aseguró al jurado.
Tono intempestivo
Es la misma letanía que Lichtman ha usado durante todo el juicio: los cooperantes son criminales mentirosos en los que no se puede confiar. Para convencer de ello al jurado, trató de apelar al amor propio de sus integrantes -«se piensan que sois tan estúpidos que pueden decir cualquier cosa y que os lo creáis»-, al patriotismo -«esto todavía es América, damas y caballeros, y parece que a nadie le importa que mientan», al miedo -«cuando salgan de la cárcel y vayan a por vosotros o a por vuestros seres queridos, no os quejéis, acordaros de esto en la deliberación del veredicto»- y a la poca fiabilidad de los testigos: «¿Dejarías que cuidaran a tu hijo? No, porque lo venderían por un kilo de cocaína», les espetó.
El abogado aderezaba el alegato con cambios intempestivos de tono, abriendo los brazos, moviéndose sin parar por la moqueta del juzgado. «¿Quién puede parar esto?», preguntó mirando a la cara a los jurados. «Vosotros y yo. En realidad, solo vosotros. Yo solo soy un abogado bocazas».
Lichtman eligió el flanco débil de la acusación: es cierto que su relato está articulado por las declaraciones de testigos cooperantes. «Esto solo va de una cosa: acabar con el ‘Chapo’», dijo.
El juicio se reanudará el próximo lunes, cuando está previsto que el jurado se aisle para comenzar las deliberaciones sobre su sentencia. El resultado más probable es que declaren culpable al «Chapo», lo que le empujaría a una condena perpetua.
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