Acuerdo de mínimos para salvar la histórica cumbre de Trump y Kim Jong-un
Sin dar plazos, el joven dictador se compromete a su desnuclearización a cambio de que EE.UU. no intente derrocar su régimen
Donald Trump y Kim Jong-un suscribieron ayer un acuerdo de mínimos para salvar su histórica cumbre en Singapur , la primera vez que se reunían dirigentes de Estados Unidos y Corea del Norte. Con sus países enfrentados desde la guerra de Corea hace siete décadas, el mero hecho de que se vieran cara a cara era ya un éxito. Hace solo un año, se intercambiaban amenazas apocalípticas e insultos como «viejo chocho» y «hombre cohete».
Pero su encuentro había generado tantas expectativas que no se han traducido en resultados concretos. En la declaración conjunta firmada tras casi cinco horas de reuniones, tanto a solas como con sus delegaciones, Kim Jong-un se comprometió a la completa desnuclearización de la Península Coreana. Pero no aportó ningún plazo.
A cambio, Trump le garantizó que no intentará derrocar su régimen , uno de los más represivos del mundo, y le auguró un futuro lleno de prosperidad si abría su hermético país. Empieza ahora un largo y difícil proceso para llevar a cabo esa desnuclearización. Pero, teniendo en cuenta que otros acuerdos similares fracasaron en el pasado, está por ver que el régimen comunista renuncie a sus armas atómicas. Para lograrlo, el secretario de Estado, Mike Pompeo , mantendrá más reuniones con las autoridades norcoreanas.
«El proceso irá muy rápido» , se congratuló Trump ante las cámaras mientras firmaba el acuerdo con Kim Jong-un. Después, en una rueda de prensa que alargó para lucirse como el «showman» que es, explicó que «técnica y científicamente hace falta mucho tiempo para llevar a cabo la desnuclearización», pero que, «una vez se empieza y se pasa cierto punto, las armas atómicas ya no pueden ser utilizadas».
Hasta que llegue ese momento, aseguró que seguirán vigentes las sanciones internacionales que pesan sobre el régimen comunista de Pyongyang, que parecen estar afectando a la precaria economía norcoreana y son uno de los factores que han forzado la vuelta al diálogo de Kim Jong-un. El otro ha sido el rapidísimo desarrollo de sus pruebas atómicas y de misiles, algunos con capacidad en teoría de golpear suelo estadounidense. Tal capacidad ofensiva le ha permitido volver a la mesa de negociaciones con mejores cartas para arrancarle concesiones a la Casa Blanca.
Intentando ocultar dichas concesiones con su triunfalismo, Trump también anunció su intención de suspender las frecuentes maniobras militares conjuntas de EE.UU. con Corea del Sur que tanto irritan a Pyongyang. Aunque no dio fecha, tienen los días contados porque las consideró una «provocación» dentro de la actual distensión y, además, son caras. A largo plazo, hasta se plantea la reducción de los 28.500 soldados estadounidenses en suelo surcoreano, otra demanda de Kim Jong-un.
«Veo esta cumbre como una victoria para Corea del Norte en muchos aspectos. No sé cómo el Gobierno de EE.UU. va a explicar este trato a su audiencia tras su énfasis en una desnuclearización completa, verificable e irreversible, que ni siquiera figura en el acuerdo», analiza para ABC Shawn Ho , experto de la Escuela de Estudios Internacionales S. Rajaratnam en la Universidad Tecnológica de Nanyang. A su juicio, la cumbre ha sido un éxito para Kim Jong-un porque «ha cambiado la impresión que la gente tenía de Corea del Norte y su presidente».
Aunque el régimen de Pyongyang es uno de los más represivos y atroces del mundo, con decenas de miles de prisioneros en campos de trabajos forzados, su violación de los derechos humanos quedó fuera de la discusión. Obviando tan espinoso asunto, Trump incluso alabó a Kim Jong-un por ser « un joven con mucho talento » y «un negociador muy bueno» que «ama a su pueblo».
Estos piropos están en sintonía con la aparente buena química que ambos mostraron durante su encuentro en el lujoso Hotel Capella de la blindada isla de Sentosa . Relajados y sonrientes, pasearon por sus jardines y Trump hasta le enseñó a Kim Jong-un su limusina oficial, el Cadillac apodado «La Bestia».
«Dejaremos atrás el pasado y el mundo verá un gran cambio», prometió el joven dictador, que ha proporcionado a Trump una foto histórica para resarcirse de su turbulento paso por el G-7. A la espera de lo que depare el futuro, lo más positivo es que EE.UU. y Corea del Norte dejan atrás la tensión militar de los últimos años y abren una nueva era de entendimiento .
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