El pulso del planeta

Tu aceite no es italiano

El aceite de oliva español es líder en EE.UU., pero muchos consumidores lo relacionan con Italia. Los productores reivindican su origen con una nueva campaña

Uno de los anuncios que promocionan el aceite de oliva español en Times Square, en Nueva York ABC
Javier Ansorena

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Un repaso al estante de aceite de oliva de un supermercado cualquiera de EE.UU. es como cantar la alineación de la selección «azzurra» de fútbol : Filippo Berio, Mazola, Bertolli, Cento, Botticelli, Colavita, Basso… En este país, el aceite de oliva es un producto culturalmente italiano. La potencia de la comunidad italoamericana desde los flujos migratorios de finales del siglo XIX estableció canales comerciales muy sólidos entre esta orilla y el país transalpino. El del aceite no es un caso único: para su desgracia, l os estadounidenses conocen mucho mejor el «prosciutto» que el jamón ibérico y sus conservas sueñan con ser de Santoña o Ayamonte.

El caso del aceite de oliva es doloroso, porque la presencia de producto español se ha disparado en los últimos años : es el rey desconocido del «oro líquido» . A mediados de los noventa, el aceite español solo tenía una cuota del 17% en el mercado estadounidense, por un 78% del italiano. En 2000, la cuota subió al 20%. En 2014, con un récord histórico de exportaciones a EE.UU., consiguió una cuota del 43%, por encima de Italia . Este año, España va camino de igualar esos registros: en el primer semestre del año exportó 60.000 toneladas de aceite de oliva, para una cuota del 41%.

La fortaleza de España no se circunscribe a ese mercado. Casi una de cada dos botellas de aceite de oliva que se venden en el mundo son de origen español. A pesar de ello, los consumidores estadounidenses todavía no relacionan a España con el aceite de oliva. Tampoco ayuda que la mitad del aceite que Italia exporta a EE.UU. es en realidad de origen español .

Esa desconexión entre el consumidor estadounidense y el origen de gran parte del aceite que utiliza está detrás de una campaña de la Organización Interprofesional del Aceite de Oliva Español , que agrupa al 98% del sector en España. «El objetivo es posicionarse como el mejor aceite de oliva», explicaba esta semana en Nueva York Teresa Pérez, directora general del organismo. «Y EE.UU. es un mercado prioritario. Lo que hagamos aquí tendrá un impacto en el resto del mundo ».

El principal arma de la ofensiva es Rafael Nadal , que firmó un convenio el año pasado con el Ministerio de Agricultura para promocionar productos españoles. El tenista se encuentra estos días en la Gran Manzana disputando el US Open y su cara aparece de forma constante con los aceites españoles en la prensa, en redes sociales y hasta en cuatro pantallas gigantescas en Times Square que proyectan anuncios de la campaña cada pocos minutos.

«Nuestro objetivo es que cuando en el mundo se piense en aceite de oliva, se piense en España», aseguraba la semana pasada la ministra en funciones del ramo, Isabel García Tejerina, poco antes de que Nadal hiciese una exhibición de cocina -con mucho aceite- junto a Marcus Samuelson, uno de los cocineros más famosos de la ciudad.

Llegar a ese punto de conocimiento en un espectro amplio de consumidores será un esfuerzo a largo plazo . Que los estadounidenses relacionen el aceite de oliva con España debería ser más sencillo. Al fin y al cabo, es el que se llevan a la boca: la etiqueta de todos esos aceites que suenan al «calcio» italiano indican que, al menos en una parte, es producto español .

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