El abogado de la expresidenta surcoreana niega los cargos por corrupción

Con Park Geun-hye entre rejas, arrancan las vistas preliminares por el escándalo de tráfico de influencias de la «Rasputina» a una semana de las elecciones anticipadas

Park Geun-hye, camino de un interrogatorio en una foto de archivo AFP
Pablo M. Díez

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Casi dos meses después de su destitución, y a una semana de las elecciones anticipadas en Corea del Sur, arranca el juicio por corrupción contra la expresidenta Park Geun-hye . Acusada de 18 casos de soborno, abuso de poder, coerción y revelación de secretos oficiales, podrían caerle hasta diez años de cárcel por el escándalo de tráfico de influencias de su íntima amiga Choi Soon-sil , apodada la “Rasputina” por su poderosa influencia sobre su Gobierno.

A tenor de la Fiscalía, ambas mujeres se embolsaron unos 59.200 millones de won (48 millones de euros) vendiendo favores políticos a tres de las mayores corporaciones del país: Samsung, Lotte y SK. Acusado de pagar la mayor parte de este dinero, unos 43.300 millones de won (35 millones de euros), el heredero la primera compañía, Lee Jae-yong , también se encuentra en prisión preventiva, igual que Park y Choi.

A la espera de que el juicio a la expresidenta empiece en junio, este martes se ha celebrado su primera vista preliminar, en la que se han revisado los cargos en su contra contenidos en el informe de más de 120.000 páginas presentado por la Fiscalía. Al tratarse de una sesión previa, Park Geun-hye no estaba obligada a presentarse en el Tribunal del Distrito Central de Seúl, adonde sí ha acudido su abogado, Yoo Yeong-ha. Según informa la agencia estatal de noticias Yonhap, este ha vuelto a negar las acusaciones contra la expresidenta. “Pido una explicación con los detalles de la calificación del fiscal”, demandó el letrado, quien estuvo en la sala acompañado por los abogados de Choi y del presidente de Lotte, otra de las empresas imputadas.

Hasta que empiece la vista oral, se celebrarán otras dos o tres sesiones preliminares con el fin de ir aclarando todas las cuestiones formales del procedimiento y presentar las alegaciones oportunas. Cuando Park Geun-hye se siente finalmente en el banquillo, será la tercera presidenta de Corea del Sur juzgada por corrupción tras Chun Doo-hwan y Roh Tae-woo, quienes fueron condenados a principios de los años 90.

En esta ocasión, a la presidenta la ha tumbado una exclusiva de la televisión JTBC, que reveló en octubre los sobornos que había recibido tras tener acceso a una “tablet” de su amiga Choi Soon-sil con documentos oficiales, algunos de los cuales eran secretos de Estado. Apodada la “Rasputina”, por ejercer sobre el Gobierno surcoreano una influencia similar a la de aquel místico monje ruso en la corte del zar Nicolás II, Choi se había aprovechado de su amistad de cuatro décadas con Park Geun-hye para montar una fétida trama de tráfico de influencias. En medio de multitudinarias manifestaciones pidiendo la dimisión de la presidenta, el escándalo volvió a poner de manifiesto las oscuras conexiones entre el poder político y el económico en Corea del Sur. Suspendida por el Parlamento en diciembre, Park fue finalmente desalojada de la Casa Azul (residencia presidencial) después de que el Tribunal Constitucional ratificara su destitución el 9 de marzo.

En funciones, el Gobierno se veía obligado a adelantar las elecciones presidenciales, que estaban previstas para finales de año y finalmente se celebrarán el próximo martes. Con el país conmocionado por este escándalo, el favorito en dichos comicios es el candidato del Partido Democrático, Moon Jae-in , quien puede devolver el poder a la izquierda tras casi una década de hegemonía conservadora.

Primera mujer en presidir Corea del Sur, Park Geun-hye, de 65 años, aguarda mientras tanto entre rejas a ser juzgada. Duro final para la hija del general Park Chung-hee , el dictador que dirigió con puño de hierro Corea del Sur desde su golpe de Estado en 1961 hasta que en 1979 fue asesinado a tiros por el jefe de sus propios servicios secretos, Kim Jae-kyu . Más trágica aún fue la muerte de su madre, Yuk Young-soo, asesinada en 1974 por un pistolero japonés de origen norcoreano que trató de atentar contra el general Park mientras daba un discurso en el Teatro Nacional de Seúl. Su bala erró el tiro pero acabó impactando en su esposa.

La influencia de la Iglesia de la Vida Eterna

Traumatizada por la muerte de su madre, la joven Park Geun-hye fue entonces consolada por Choi Tae-min , el padre de quien acabaría convirtiéndose con los años en su mejor amiga: Soon-sil. Tras haber sido monje budista, este oscuro pastor religioso se pasó al cristianismo y acabó fundando la Iglesia de la Vida Eterna (Yongsaenggyo), considerada por muchos una secta. Con este culto que mezclaba el budismo, el cristianismo y el “cheondoismo”, la religión local que afloró en Corea a principios del siglo XX, el pastor se erigió en el mentor de Park. Precisamente, cuando el dictador Park Chung-hee fue abatido por el jefe de sus servicios secretos, este citó como uno de los motivos del magnicidio la influencia del “corrupto” Choi Tae-min sobre su hija.

Tras la muerte del líder religioso en 1994 a los 82 años, Park continuó su amistad con su hija. Tal y como consta en los cables diplomáticos revelados por Wikileaks en 2007, la Embajada de Estados Unidos en Corea del Sur informó a su Gobierno de estas habladurías acerca “del completo control que tenía el difunto pastor sobre el cuerpo y el alma de Park en sus años de formación”. Aludiendo a su mística figura, la legación estadounidense incluso lo llamaba el “Rasputín coreano”, un apodo que los medios han desempolvado ahora para referirse a su hija. También bajo su influjo, este poder en la sombra de Choi Soon-sil ha acabado tumbando a Park Geun-hye.

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