El 70% de los franceses rechaza la gestión de su presidente

Su impopularidad es similar a la que sufrió Hollande, que no se presentó a un segundo mandato

Imagen de una televisión emitiendo la rueda de prensa de Emmanuel Macron AFP

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El 70 % de los franceses tienen mala o muy mala opinión de Emmanuel Macron, una caída brutal de su «cota» personal, a los dos años cortos de su elección como presidente, el mes de mayo de 2017. El mes de junio de 2017, Macron se beneficiaba de un 55 % de opiniones positivas y un 45 % de opiniones negativas. Veintidós meses más tarde, el presidente tiene un 30 % de opiniones positivas y un 70 % de opiniones negativas.

Esa pérdida y «ganancia» de un 25 % de opiniones positivas y negativas, sitúa a Macron en una mala posición entre los presidentes de la V República. Giscard, Mitterrand, Chirac, Sarkozy, sufrieron caídas importantes de su popularidad, a los dos años de ser elegidos. Pero no fueron tan brutales. Al día de hoy, Macron consigue un rechazo muy semejante al de François Hollande , que terminó renunciando a ser candidato a su reelección, hundido en un rechazo brutal de la opinión pública.

¿ A qué se debe el rechazo que amenaza la presidencia de Macron?

Las clases medias y los pensionistas de las grandes ciudades se consideran víctimas de una presión fiscal muy dura. Las clases medias y los pensionistas de la Francia periférica – el núcleo duro original de los chalecos amarillos – se consideran abandonados por el Estado, con menos y peores servicios públicos. Jóvenes y mujeres se consideran víctimas de una política que los condena a la precariedad. Los funcionarios más favorecidos temen unas reformas «imprevisibles». Los funcionarios menos favorecidos se consideran «víctimas» de un Estado que no los «valoriza». Los agricultores menos favorecidos temen sufrir reformas nacionales y europeas que consideran injustas.

En la historia política de Francia, Macron encarna la tradición del « reformismo autoritario » (Luis XIV, Napoleón, de Gaulle, Giscard). Se trata de un modelo que pasa mal en la nueva Francia angustiada por la presión fiscal, el estancamiento social y un bienestar pagado con deuda pública. Las élites sociales y financieras respetan y apoyan a su manera el «reformismo desde arriba» del presidente, que choca con sectores sociales muy diversos, clases medias y populares, mal representadas en un sistema político que permite formar mayorías políticas laminando a las minorías.

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