Pedro Rodríguez - De lejos

2020

Con el rumor sobre el retorno de Hillary, los demócratas se empeñan en volver a perder contra Trump

Una protesta contra Donald Trump en Times Square, en Nueva York, el pasado 8 de noviembre Afp

La campaña por las presidenciales del 2020 empezó en EE.UU. justo al cierre de las urnas de las midterm celebradas la semana pasada. No importa que todavía no se hayan terminado de recontar los votos más reñidos. En la primera fila de la política americana nunca sobra el tiempo. Y aunque se anticipan dos años especialmente difíciles en Washington, las ambiciones presidenciales de una decena larga de aspirantes han empezado a aflorar con ganas.

A toda esta abultada quiniela de presidenciables, el círculo de confianza de los Clinton acaba de añadir el nombre de Hillary. A través del «Wall Street Journal», el periódico de Rupert Murdoch que en su momento ya optó por respaldar a la ex primera dama frente a Obama, se anuncia la llegada de «Hillary 4.0». Una nueva reencarnación en una saga política con solera de treinta años y que esta vez promete resultar más progresista que nunca.

Los demócratas se empeñan en recordar que en el 2016 Hillary obtuvo una ventaja de tres millones de sufragios frente a Donald Trump. Sin embargo, esa cifra es el equivalente a la excusa escolar de que el perro se comió mis tareas. Estados Unidos, en sus más de dos siglos de experiencia democrática, NUNCA ha elegido a sus presidentes por una mayoría del voto popular.

La cifra que debería obsesionar al Partido Demócrata son los 80.000 votos en Michigan, Ohio y Pensilvania que hicieron presidente a Trump. Un margen decisivo precisamente en una serie de Estados postindustriales con abundante e insatisfecha clase trabajadora que tradicionalmente votaba a los demócratas aunque hace dos años pensaron que sus mejores posibilidades estaban con el trumpismo.

Al especular con Hillary, los demócratas se empeñan en volver a luchar la última guerra y no se dan cuenta del profundo cambio impuesto a la política americana. Ignoran que entre los resultados del pasado martes, no hay muchos indicios esperanzadores para reconquistar la Casa Blanca. Y además utilizan la patética comparación de Hillary con Nixon, que tras superar la derrota frente a Kennedy en 1960 fue capaz de ganar la presidencia en 1968.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación