La renuncia de Biden allana la carrera presidencial de Hillary Clinton

La exsecretaria de Estado declara hoy en la comisión de la Cámara de Representantes sobre el ataque en el que murió el embajador en Libia en 2012

La renuncia de Biden allana la carrera presidencial de Hillary Clinton REUTERS

MANUEL ERICE

La renuncia del vicepresidente Biden a la carrera demócrata ha quitado un peso de encima a Hillary Clinton . Consciente de que en el primer debate televisado había estado a una altura suficiente como para descartar al socialista Bernie Sanders como rival de entidad, la aspirante demócrata sabía que sólo alguien de la talla y el perfil de Biden podía hacerle sombra . Paradójicamente, fue el mismo debate el que terminó con la única baza que tenía el vicepresidente para entrar tardíamente en la pugna: una crisis de la candidata, que finalmente no se ha producido. Visto así, todo apunta a una nominación relativamente temprana de Clinton , por mucho que el batallador Sanders y el respaldo masivo a través de las redes pueda hacerse notar permanentemente.

Sin embargo, quedan obstáculos, y no están dentro del Partido Demócrata, sino en su gestión al frente de la Secretaría de Estado norteamericana en la primera legislatura de Obama, entre 2009 y 2012. El escándalo de los e-mails y el uso de un servidor privado como única herramienta para gestionar asuntos delicados, que ya desgastó a la aspirante como para hacerle perder una veintena de puntos de apoyo durante el verano y poner en duda su propia candidatura dentro del partido, amenaza con permanecer en el tiempo. Antes, Clinton afronta la esperada comparecencia en la comisión de la Cámara de Representantes para responder a las preguntas de la oposición sobre el todavía poco aclarado episodio del ataque terrorista a la Embajada en Benghazi (Libia). El trágico episodio, en el que murieron el embajador, Chris Stevens, y otros tres empleados norteamericanos, viene precedida por una fuerte polémica política, pero también está necesitada de arrojar luz a un oscuro suceso con demasiadas incógnitas.

El reconocimiento de algunos congresistas republicanos, incluido el que fue aspirante al vacanta puesto de speaker, Kevin McCarthy, de que detrás de la investigación había un objetivo de desgastar a Clinton, no ha ayudado a la propia labor parlamentaria, ni siquiera al propio McCarthy, cuyo patinazo le costó sus aspiraciones políticas después de que los demócratas aprovecharan para pedir cuentas. La propia crisis interna de los republicanos , condicionados por una minoría radical conservadora autodenominada Freedom Caucus (Caucus de la Libertad), surgida del Tea Party, ha contribuido a confundir una labor para aclarar hechos y responsabilidades.

Pero en el fondo sigue sin quedar clara la responsabilidad de la entonces secretaria de Estado, a quien se acusa de no seguir al minuto los hechos desde que se inició el tumulto ante la Embajada, lo que para algunos hubiera evitado la tragedia del 11 de septiembre de 2012. Una de las preguntas a las que Clinton deberá responder hoy es por qué no estaba en su despacho en ese momento y por qué tuvo que ser el propio presidente (y no al revés) quien le llamó para preguntar por lo que estaba sucediendo. Otra de las críticas a las que tendrá que hacer frente es por qué no actuó Clinton con antelación para poner remedio a la que ya se conocía como falta de seguridad y de medios técnicos y humanos en las instalaciones oficiales de Estados Unidos en Benghazi, de acuerdo con informes facilitados por la CIA que posteriormente se conocieron.

Ocurra lo que ocurra, lo más probable que esta polémica siga persiguiendo a la aspirante demócrata hasta el día de la elección.

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