La BBC aprieta a Cameron en la rueda de prensa por su trato al líder chino
El premier y Xi Jinping solo admitieron dos preguntas de medios británicos, que sacaron el problema de los derechos humanos
La segunda jornada de la visita de cuatro días del presidente chino Xi Jinping al Reino Unido tuvo como cita estelar su visita a Cameron en el 10 de Downing Street, donde rubricaron un acuerdo para que los chinos inviertan 8.160 millones de euros en una planta nuclear en el Noroeste de Inglaterra, en Hinkley Point, cuyo coste total se irá a 24.000 millones.
Pero al final, a pesar de las pocas ganas que tenía el Gobierno inglés, acabó saliendo el espinoso tema de los derechos humanos en China . Tuvo que introducirlo con calzador la prensa británica, a la que ambos líderes solo concedieron dos preguntas, y acabó opacando un poco la noticia del convenio económico. Las autoridades locales se han esforzado en no incomodar a Jinping y se han volcado con él con una adulación sin precedentes a un invitado, que ha merecido hasta la mofa del viñetista del conservador «The Times» , que ha dibujado a Cameron y Osborne como canes falderos de Xi.
Dando muestras de lo abierta que es hoy la economía británica y de cómo busca con ahínco el capital exterior hay que recordar que la dueña de la central de Hinkley, que empezará a operar en 2025, es el gigante eléctrico francés EDF , todavía de propiedad estatal. Será la primera central atómica con tecnología china en Occidente y según el Gobierno cubrirá el 7% del consumo del país (6 millones de hogares) y generará 25.000 empleos . Además se cerró un preacuerdo para otras dos nucleares en la costa Este inglesa, en un país donde la energía atómica está ya fuera del debate y de ese ritual de protestas que en España hace difícil hasta algo tan sencillo como abrir un almacén para los residuos.
El Reino Unido quiere también atraer a más turistas chinos , porque a diferencia de los europeos son de los que se dejan el dinero en las tiendas de híper lujo de Londres. La visa turística para dos años, que ahora les cuesta a los chinos 324 libras, se bajará a 85. El turismo de compras chino deja actualmente 1.300 millones de euros anuales en el Reino Unido y aunque se ha doblado en cinco años, los ingleses quieren más. El Gobierno de Cameron busca que en diez años China sea el segundo socio comercial del Reino Unido.
Cíber-seguridad
También se firmó un protocolo de cíber-seguridad, un corolario del que alcanzaron Obama y Xi el mes pasado, y que según organizaciones anglosajonas del control del pirateo fue violado inmediatamente por los chinos. Cameron y Jinping se comprometieron a que los dos países no cometerán espionaje industrial entre ellos.
Hasta ahí todo iba bien. Cameron vendía a su público la lluvia de yuanes que trae el «Mr. Marshall» oriental y el inescrutable Xi ponía una pica en el Occidente más puntero, abriendo una brecha a la diplomacia estadounidense con una alianza estelar con el aliado natural de Estados Unidos. Pero en la rueda de prensa conjunta los periodistas ingleses aprovecharon su mínima oportunidad para poner en apuros a los dos mandatarios . Solo se permitían dos preguntas y Laura Kuenssberg, de la BBC, aprovechó bien la suya (lo que ya le ha valido críticas en directo en la edición digital del «Telegraph»).
La periodista preguntó a Cameron cómo cree que se sentiría alguno de los obreros británicos del acero, que están perdiendo sus empleos por la competencia desleal de la industria china subvencionada, al ver cómo su gobierno pasea al culpable en carroza . También planteó por qué el público británico tiene que aprobar tal nivel de cooperación con un país que no es democrático y bate records en la vulneración de los derechos humanos.
Cameron defendió con vehemencia los lazos con China y dijo que no hay disyuntiva entre los derechos humanos y el acero por un lado y la buena relación por otro: «Yo quiero ambas cosas».
El inmutable Xi Jinping, que se mostró como un buen fajador, no eludió el tema de los derechos humanos y manifestó que «China les concede importancia» y que han encontrado «un camino que encaja con las condiciones de China». El presidente de la mayor dictadura comunista actual reconoció que «siempre hay margen de mejora en el mundo» para los derechos humanos y afirmó que China está «dispuesta a incrementar su cooperación sobre el asunto con el Reino Unido y otro países».
El problema del acero
Sobre el debate del acero, que escuece en el Reino Unido, porque una planta de Tata en Inglaterra ya ha anunciado 1.600 despidos, el mandatario chino alegó que su industria también acusa la caída de la demanda mundial, que es la razón del problema, y asumió que su país tiene ahora mismo exceso de capacidad.
Se da la curiosidad de que Xi Jinping coincide en Londres estos días con el más famoso disidente chino, el artista Ai Weiwei , que en 2011 fue arrestado en prisión incomunicada durante 81 días sin que las autoridades que lo encarcelaron llegasen a formular cargos. Weiwei, que mantiene una exposición antológica en la Royal Academy de Picadilly, dijo que si viese a Xi «le desearía buen viaje» y acusó a Cameron de dejar de lado el asunto de los derechos humanos, con lo que a su juicio «no representa el sentir de los británicos».
Un portavoz de Downing Street explicó que en su conversación el primer ministro sí le sacó el tema a su huésped y señaló que incluso le dedicaron «más de un minuto» . Ese es el tiempo para la libertad en el gran tablero mundial y en un país que fue pionero de derechos y democracia.