Dilma Rousseff frena, pero no detiene, su proceso de destitución

La decisión favorable a la presidenta brasileña del Tribunal Supremo solo es un balón de oxígeno para unos meses

Dilma Rousseff frena, pero no detiene, su proceso de destitución efe

verónica goyzueta

Brasil suele parar para seguir los capítulos de sus más populares telenovelas. Pero desde hace más de un año un verdadero culebrón ha detenido a Brasil en la política y en la economía. La presidenta Dilma Rousseff respira políticamente con un balón de oxígeno —logrado esta semana en la Corte Suprema— y todos se preguntan hasta cuándo seguirá conectada mientras las peticiones de «impeachment» continúen llegando al Congreso.

Detrás de ella y bajo la misma sombra peligrosa están el presidente de la Cámara, Eduardo Cunha , su enemigo declarado, y el ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva , su padrino político, que resiste a todos los ataques y denuncias en su contra, gracias a lo que especialistas llamaron «efecto teflón». Las denuncias contra Lula, sin embargo, lo golpean cada vez más bajo y esta semana han envuelto en la trama de corrupción a su hijo, Fabio Lula da Silva, y a su nuera. Según una investigación, ambos habrían recibido sobornos. Lula y sus abogados negaron las informaciones, que constarían en documentos, por ahora secretos.

El escándalo Lava Jato (lava coches) , que estalló en abril del año pasado, es el peor ya conocido en la historia republicana del país. La fuente de desvíos a partir de la gigantesca estatal Petrobras, sirvió a políticos de todos los partidos, a empleados de la empresa, a banqueros, y a ejecutivos de las principales constructoras locales, que se beneficiaron con negocios en el país, en Iberoamérica y África, donde tenían contratos de cerca de 23.000 millones de dólares con la empresa estatal. Las constructoras eran, a su vez, las mayores donadoras de las campañas políticas.

Maniobras

Más de cien personas, entre políticos, ejecutivos y empresarios, se encuentran presos , entre ellos, el dueño de la constructora Odebrecht, Marcelo Odebrecht, el ex tesorero del oficialista Partido de los Trabajadores (PT), João Vaccari Neto, y el ex mano derecha de Lula, José Dirceu.

El presidente de la Cámara, Eduardo Cunha, insiste en negar su relación con el caso, a pesar de las pruebas y de una investigación en curso por corrupción y blanqueo de dinero. Capaz de ejecutar el juicio político de Rousseff, se mantiene en el cargo negociando su permanencia con ella . Pero su situación se complicó esta semana con la denuncia del ministerio público suizo —enviada a la fiscalía brasileña— que lo implica en cuentas que suman unos 5 millones de dólares provenientes de sobornos de Petrobras.

Esta semana, la Corte Suprema detuvo una maniobra burocrática de Cunha dirigida a derribar a Rousseff sumariamente . Los asesores del Gobierno calculan que con esa decisión consiguen mantenerla respirando hasta noviembre, cuando el receso parlamentar de fin de año puede llevarla hasta 2016. Rousseff tiene entre 7% y un 9% de aprobación en las encuestas , la más baja desde el «impeachment» de Fernando Collor de Mello en 1992.

Cunha, que le declaró guerra abierta a Rousseff, en julio, cuando su nombre apareció en las listas de políticos investigados, ha sido hábil en negociar su permanencia en el cargo.

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